Pampa III Block 2, el avión de entrenamiento argentino. Video. ¡Y los Pucas!

Hace unos días nos tropezamos con este video en Youtube. Nos encantó sobremanera ver que compartíamos cada idea, cada metáfora… hasta que nos dimos cuena de que se trataba de un texto de AgendAR levantado con puntos y comas, aunque el locutor no parece saber para qué sirven.

En AgendAR reproducimos material de terceros. Es inevitable: nuestros lectores tienen intereses variados y somos pocos. Pero cuando levantamos textos de otros, siempre indicamos la fuente.

De todos modos, ya Oscar Wilde dijo que el plagio es la forma más sincera de adulación. Así que hemos subido el video -no es malo- con sus defectos de locución y todo. Sólo pedimos que la próxima vez que nos tomen un texto lo lean mejor.

Y por favor, no lo estropeen con barrabasadas. El techo de vuelo del Pampa III block II no es de 13.000 kilómetros. Esto lo volvería una espacionave. Se han publicado muchas exageraciones sobre el Pampa, pero ésta -que nos es muy ajena- le gana a todas.

Esto no debe opacar la buena noticia: podría ser la primera vez en la historia del Pampa en que el Ministerio de Defensa, haciendo uso del FONDEF, libera 60 millones de dólares para tener 6 máquinas en un año, entre construidas desde nuevo y actualizadas a estándar III bloque II partiendo de aviones viejos pero con las células en muy buen estado.

A casi 4 décadas de sus primeras versiones, a través de algunas transformaciones, el Pampa sigue siendo un muy buen avión de entrenamiento avanzado. Al inusual «combo» de robustez y agilidad que le da su célula, ahora se añaden una turbina de mayor empuje, una aviónica muy avanzada y un «data link» que le permiten volar y combatir en red. Por su cruce de precio y calidad, el Pampa III block II podría ser el avión más adecuado del mundo como aparato de transición hacia un caza supersónico de generación 4,5 (que no tenemos).

La movida de Defensa (6 Pampas avanzados cada año) tal vez nos dejen reconstruir el sistema educativo de una fuerza de intercepción y de ataque. Ojo, no la fuerza en sí. Pero nos coloca más cerca de algo que perdimos junto la guerra de Malvinas: una masa crítica de recursos humanos que entienda la guerra aérea moderna.

Hoy es muy distinta de la de 1982. Pero quien egresa de un Pampa moderno está listo para un avión supersónico de generación 4,5: sabe cómo lidiar con blancos fuera de todo alcance visual, y cómo usar misiles radáricos de mediano y largo alcance. Y es que ha tenido acceso a un simulador completísimo de ese generación 4,5. Tan completo, que vuela.

Los pilotos de caza argentinos de 1982 tenían un entrenamiento medio de 200 horas/año en distintos aviones, cosa que a la hora de combatir, se notó. La Task Force puede dar fe de ello.

Por otra parte, 6 Pampas nuevos por año, si se mantiene la apuesta, nos dejan no más cerca, pero sí menos lejos de la exportación. Fabricando 1 o 2 por año, ningún avión sirve ni regalado, aunque sea excelente. El que lo compre sabe que no tendrá servicio de posventa, Eso lo pueden asegurar los pilotos uruguayos que amaban sus Pucarás, pero los tuvieron que dejar la 3ra vez que la Argentina los desprogramó «para siempre».

Otro mensaje interno y externo muy distinto sería mantener esa apuesta de 6 Pampas nuevos/año, y luego ir escalando a 12. Con esa cifra final, el avión de todos modos no se venderá solo. Habrá que crear la infraestructura profesional para ello. Pero se volverá vendible. Por primera vez en su cascoteada vida. Y lo merece, porque es muy bueno.

Por una disposición análoga de Defensa, los «Pucas» por primera vez tienen presupuesto para remotorizar y «re-avionizar» al menos 5 aviones por año. Ahora podrán tener otro destino, muy distinto al original (la contrainsurgencia). Los Pucas Fénix pueden ser otra cosa más necesaria para este y otros países, y en ellas podría lucir  su combinación de buena autonomía, artillería potente, la fortaleza estructural de su célula, amén del data-link y el pod sub-alar de INVAP y FIXVIEW añadidos.

Estos pods contienen un radar AESA, capaz de detectar decenas de blancos a la vez a distancias fuera de alcance visual, y una cámara telescópica en infrarrojo capaz de hacer lo propio en forma pasiva, pero sin alertar a los observados, estén en el aire, en la tierra o en el mar.

Con todo esto, el copiloto de un Puca en el asiento trasero se transforma en un controlador aéreo, y el avión, una especie de AWACS en miniatura, capaz de dirigir a aviones y barcos en un escenario complejo. Pero habida cuenta de su importante artillería de proa, aún sin apoyo, el Pampa tiene una capacidad propia de ataque. Renacido de todos los intentos de impedir su fabricación, de desprogramarlo y de atrasar su relanzamiento, sobreviviente a décadas de «fuego amigo», es lógico el nombre que recibió este nuevo Puca. Es el Puca Fénix.

Este Fénix, patrullando alto y de noche en la milla 200 podría crear bastante caos, o al menos incertidumbre, en la flota pesquera pirata de 600 naves que noche a noche, invade la Zona Económica Exclusiva de nuestro país. Es un paso chico, pero en la dirección correcta.

De todos modos, los problemas de software no se solucionan con hardware. Queda en pie el problema de una Prefectura Naval y una Armada desmotivadas y subequipadas desde los ’90. Queda en pie algo peor, una justicia federal y un poder político enérgicamente decididos a no perseguir a las empresas piratas españolas o chinas.

Y a diferencia de la inofensiva piratería de textos con que empezamos esta diatriba, la piratería de pesca nos está costando unos U$ 2500 millones/año.

Daniel E. Arias