El INTA desarrolla un nuevo proyecto de acuaponia: un circuito para producir peces y hortalizas

Especialistas del INTA junto con investigadores del Conicet y de la UNRN evalúan y proponen la implementación de este modelo como un sistema que permite el uso eficiente del agua. Una alternativa para productores con baja disponibilidad de espacio.

La acuaponía es un sistema alternativo de producción simultánea de hortalizas en agua y peces u otros organismos acuáticos, a partir del reciclado de los desechos. Dado que la Patagonia Norte no cuenta con antecedentes sobre esta técnica, especialistas del INTA Valle Inferior –Río Negro–, con el aporte de investigadores del Conicet y de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), evalúan y proponen la implementación de este modelo, que permite el uso eficiente del agua y el desarrollo regional.

El circuito es sencillo: el agua se encuentra en el estanque con los peces, esta circula en dirección a los filtros y luego a las plantas, que con sus raíces absorben los nutrientes generados a partir de los desechos de los peces. Así, el agua se limpia para que vuelva al estanque oxigenada mediante el movimiento en caída. El agua nunca se renueva en su totalidad, solo se reemplaza la que desaparece por evaporación y la que es consumida por las plantas.

“El objetivo es evaluar la producción de peces y de plantas como un sistema único, analizando los inconvenientes que se presenten durante el ciclo de crecimiento de cada especie”, explicó Aldo Alarcón, técnico del INTA Valle Inferior.

El sistema acuapónico presenta numerosas ventajas con respecto a los cultivos en tierra. Esta técnica permite la obtención de dos productos en simultáneo, como peces y hortalizas, a partir de una única fuente de nitrógeno. En este sentido, es aplicable a regiones tales como desiertos y suelos degradados.

La acuaponía representa un sistema de producción complementaria de alimentos,

La acuaponía representa un sistema de producción complementaria de alimentos, en espacios urbanos restringidos y en zonas desfavorables. Además, este circuito cerrado resulta exitoso en el uso eficiente del agua, agrega Aldo Alarcón. De esta manera, este sistema es extrapolable a regiones donde el recurso es escaso y resulta importante su preservación.

En INTA Valle Inferior el trabajo se realiza con diferentes especies de hortalizas y ornamentales, desde semilla o esqueje, multiplicándolas hasta producir plantas. Hasta el momento se ha cultivado tomate, menta, frutilla, plantas con flores y acuáticas.

Con respecto a los peces, se utilizan especies de valor ornamental de agua fría y cálida como así también de consumo humano, como carpa y trucha, presentes en Norpatagonia.

Andrea Tombari, investigadora de la UNRN, destaca algunos beneficios de la acuaponía: permite cultivar peces, crustáceos y moluscos. Esto brinda una salida económica, ya sea por peces de consumo u ornamentales, este último “es un mercado que no está explotado y genera importantes ingresos”, agregó.

“Desde INTA el objetivo es llegar a la producción de truchas y hortalizas para consumo en mediana escala, y transferir al productor esta manera diferente de producción”, destacó Alarcón. Además, la producción de peces ornamentales abre la posibilidad de expansión de un mercado norpatagónico inexistente: el acuarismo.

El sistema acuapónico permite la obtención de dos productos en simultáneo, como peces y hortalizas, a partir de una única fuente de nitrógeno.

Volviendo al circuito, cuando el agua pasa por los filtros, en primer lugar, decantan los sólidos producidos por los peces. Los desechos que producen son principalmente amonio y una forma de nitrógeno tóxica para estos y no aprovechable por las plantas. Entonces, es necesario contar con bacterias para enfrentar esta situación, las cuales actúan como un filtro biológico.

“Las bacterias surgen frente a la maduración del agua en el circuito. Estas se adhieren a las raíces de las platas y transforman el nitrógeno tóxico en nitrógeno aprovechable por estas, que son los nitratos”, explicó Andrea Tombari. De esta manera, el filtrado permite que el agua se renueve y oxigene.

El equipo investigador destaca la importancia que tienen las variedades de peces con las que trabajan. La trucha arcoíris cuenta con un destacado prestigio y valor económico en la región, pero son muy exigentes en la calidad de agua, un nivel alto de amonio y de temperatura resulta letal. De todos modos, su plasticidad da lugar a adaptaciones.

El estudio de esta variedad en un sistema acuapónico es relativamente nuevo en la zona. El INTA Valle Inferior cuenta con el aporte técnico del Centro de Investigación Aplicada y Transferencia Tecnológica en Recursos Marinos Almirante Storni de San Antonio Oeste, quienes brindan asesoramiento y proveen las truchas para cría provenientes del criadero en San Carlos de Bariloche.

La carpa, presente en la región hace años, pretende ser aprovechada en este sistema. Tiene una mayor capacidad de adaptación a cualquier tipo de desequilibrio en la calidad del agua, a diferencia de la trucha y es muy buena generadora de desechos.

En este sentido, lo único que cambia en estos sistemas son los generadores de nutrientes, esto incide en las diferencias con respecto a qué suministra uno en relación a otro. Entonces, es importante ajustar el número de plantas en función de los nutrientes que generan los peces.

“Lo importante en los peces es observar. Una vez que te acostumbras a los sonidos, a los movimientos, te das cuenta si el pez está bien o hay algo que está fallando”, explicó Tombari. Observar los parámetros que te indican el equilibrio del sistema es un trabajo de todos los días.

“Nuestro objetivo es que no se vea como una técnica difícil”, enfatizó Aldo Alarcón. Y agregó: “Entonces la idea sería tener esta alternativa de producción para cualquier situación de productor, sea el valle con riego o la Línea Sur”.

Además, resulta de interés ya que acerca una alternativa de producción de hortalizas frescas y proteína, dando lugar a una dieta variada y equilibrada sumando el pez. “No ocupa mucho lugar y permite tener una variedad de consumo más”, expresó el técnico.

“Otra salida más es la producción de plantas acuáticas que se venden en los acuarios y para los peces son necesarias como refugio, como alimento o como sustrato para reproducirse o adorno de paisaje adentro de las peceras” agregó Andrea Tombari.

Los integrantes de este proyecto son Laura López Greco, especialista en cultivo de crustáceos (UBA, CONICET); Víctor Hugo Fernández (Comahue, CIMAS), especialista en cultivo de truchas, y Andrea Tombari (UNRN), especialista en peces.  Este proyecto se completa con el aporte de David Casimiro, con una beca doctoral otorgada por el CONICET- CIT Río Negro en la temática y bajo la dirección de las investigadoras y docentes López Greco y Tombari., quienes enriquecen la experiencia de acuerdo a sus especialidades para acercar este circuito de producción a los productores interesados.

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