FRANCIA, ESA CHICA DIFÍCIL…

Édith Piaf:
Édith Piaf: una de las cantantes francesas más célebres del siglo XX. (Imagen GTA: Wikimedia)

La población rural francesa, que juega a la agricultura en terrenitos de 3 hectáreas a cambio de subsidios principescos, no quiere que se firme el TLC Mercosur-UE. Representa ruidosamente a un total de 10 millones de campesinos europeos que sus 22 gobiernos quieren como votantes en el terruño, pero no como vecinos en la periferia de sus ciudades. La UE, llena ya de “bidonvilles” con desplazados de África y de Medio Oriente, no quiere villamiserias de rubios.

Hasta ahí, nuestra respuesta es corear con ellos La Marsellesa: “Marchons, marchons!” Raros aliados involuntarios de nuestros industriales argentos, estos campesinos de lujo. Nuestros empresarios viven sin subsidios pero tienen intereses comunes con “ces gaillards”. Todos desaparecemos si se firma el TLC con Europa.

Entre tanto, Francia aprieta con descaro, amenazando hundir ese acuerdo si no sacrificamos voluntariamente algunas industrias ANTES de que se firme. En 2007 se había decidido la fabricación en serie de patrulleras para control de pesca en el Mar Argentino. Se llevaría a cabo en ARS (Astilleros Río Santiago), bajo licencia de Chile, que nos vendía la ingeniería de su POM (Patrullera Oceánica Multipropósito), un buen diseño de ASMAR (Astilleros de Maestranza de la Marina Chilena). Era un raro negocio de defensa Mercosur, que creaba ocupación permanente en Argentina y le daba al país barcos «cero kilómetro». Se asignaron aproximadamente U$ 3,5 millones de dólares.

Lo raro no es que estos negocios Sur-Sur se hundan. Lo raro es que hoy Francia nos quiera obligar a comprar SUS patrulleras, una de segunda mano, las otras tres nuevas pero «made in France». Y eso a cambio de seguir sin poderle vender biodiesel ni casi nada de nuestra producción agropecuaria. Madame La République es una chica exigente, pero no da nada. Bueno, sí: ya está tirando a la baja el nivel de ocupación promedio de los 20 astilleros argentinos que sobrevivieron al industricidio de los ‘90.

El presidente Macron también aprieta a su colega Macri con la compra de los cazas de ataque Super Étendard (SUE). Son aviones diseñados en la década del ’50, subsónicos, atrasados, salidos de producción en 1983. Sólo tuvieron su minuto de gloria en 1982, durante la guerra de Malvinas. Luego Francia los paseó por 11 guerras más sin mucho resultado. Irak, entonces en guerra con Irán, testeó uno en 1983 y lo devolvió al toque: sólo le interesaba el misil antibuque AM-39 Exocet, pero con otro avión.

Esta chatarra alada que Monsieur Macron pretende infligirnos de nuevo a lo sumo sirve de banco de repuestos para los pocos SUE comprados antes de Malvinas. En ellos se juegan la vida nuestros últimos pilotos navales toda vez que arriesgan un despegue.
Sugerimos cortesmente que Monsieur Macron se guarde sus campesinos, sus aviones, sus patrulleras y su TLC. Au revoir!

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