Tras un largo periodo de caída de las exportaciones de vino, que comenzó en 2011, con la instauración del cepo cambiario, la industria comienza apuntar a nuevos mercados.
En Argentina pasaron varios años de poca competitividad, por un dólar (relativamente) barato y se le hizo cuesta arriba para el sector vitivinícola abrir y consolidar nuevos mercados. En 2016 y 2017, además, el sector tuvo las dos peores cosechas de uva de los últimos 70 años, lo que agregó presión en los costos.
Hoy, los principales mercados de exportación son los Estados Unidos, Canadá y el norte de Europa, especialmente el Reino Unido, pero las bodegas esperan crecer en China que, con 48 millones de consumidores, es el segundo comprador mundial de vinos y que se espera que en tres años desplace a los Estados Unidos del primer lugar.
Argentina tiene una inmensa oportunidad de crecer allí y, también, en toda la región de Asia Pacífico.