La semana pasada decíamos que el futuro de la Argentina está en la exportación. Pero para poder exportar, nuestro país debe mejorar sus fletes, bajar sus impuestos, tanto los montos como la carga administrativa, las regulaciones y reducir las regulaciones labores. El objeto es la prosperidad de la Nación y el pleno empleo con altos salarios.
Necesitamos un sistema de transporte que funcione -hoy está colapsado– marítimo, fluvial ferroviario, aéreo y vial. Y reconsiderar cuáles son los combustibles a utilizar para mover carga.
Arturo Frondizi levantó ramales y desarmó talleres ferroviarios tras sus acuerdos con las automotrices. Cedió no sólo el mercado de transporte, sino mano de obra calificada en una economía de pleno empleo. El desguace terminó durante la presidencia de Menem. Kirchner se limitó a concederles ramales a prebendarios notorios (ej. Macri o Roggio), quienes básicamente, se quedaron con los subsidios estatales sin traducirlos en mejoras. La Justicia, inerte.
Desde Duhalde a hoy (18 años) no hemos tenido al frente de la cartera de Transporte a alguien que supiera del tema. Se nota.
POBRES SERVICIOS
Las líneas de transporte de pasajeros urbana y de media y larga distancia son propiedad de políticos y sindicalistas, con testaferros o a cara descubierta. Embolsan subsidios estatales a cambio de brindar pobres servicios. No se privan de bloquear mejoras al FFCC o al transporte fluvial.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Argentina poseía la tercera flota mercante del mundo. Las exportaciones argentinas salían en nuestros barcos. No más.
- La Argentina, uno de los principales exportador de aceite del mundo, no tiene buques para sacar su producto.
La Argentina, el país cuyos ciudadanos tienen millones de dólares en el exterior, no consigue convencer a sus habitantes que inviertan en tener su propia flota. No es por falta de bienes a fletar. Es por falta de seguridad en las leyes locales que hace que los grandes ahorristas argentinos no quieran convertirse en inversores argentinos. Y menos en armadores.
ELMA transportaba mercaderías y pasajeros por el Paraná aguas arriba hasta Posadas o Resistencia y hacia el sur a toda la Patagonia y Tierra del Fuego. Hoy para llevar yerbamate a Río Gallegos hay que subirlo a un camión por 2.500 km. desde Buenos Aires. ELMA fue desguazada durante el gobierno de Onganía, lo que demuestra que la destrucción del sistema no es nueva. Menem dio el golpe de gracia. Desde entonces nadie se propuso reconstruir el transporte fluvial y marítimo, ni en propiedad privada ni en propiedad pública. Hoy la Argentina paga unos U$ 5000 millones/año en fletes marítimos.
MUERTE Y DESTRUCCION
La red vial está compuesta por rutas de una mano de ida y otra de vuelta, cuando debería haber autopistas, con la consiguiente saga de muerte y destrucción.
Los puertos son obsoletos. Hay casos como el de Posadas, que podría ser utilizado para sacar toda la producción agropecuaria del sur de Brasil. Está terminado y el Estado Nacional no lo habilita.
El puerto de La Plata-Berisso, que sería un ideal puerto de importaciones, está paralizado.
Los puertos en general son obsoletos (sucios) con sobrecostos en carga y descarga. El dragado no existe.
Como si esto no fuera suficiente, los políticos pusieron un impuesto del 100% sobre los combustibles. Uno debe transitar por rutas destruidas (caso Pomar), pagar peajes a los miembros de la Cámara Argentina de la Construcción, correr el riesgo de morirse en la primera curva y además, cada vez que uno paga un litro de nafta o gasoil, la mitad va a financiar a todos los responsables de infligirnos infelicidad, medida en términos de pobreza o destrucción de las familias, por muerte o mutilación.
En cuanto a combustibles un sinsentido adicional. Argentina es el principal exportador de aceite de soja del mundo utilizado para fabricar combustibles y el primer exportador de biodiésel. El biodiésel argentino es usado en la Unión Europea y en Estados Unidos, pero no acá en cantidades importantes.
Todo el sistema de transporte argentino (y el de calefacción también, pero eso es otro cantar), debería utilizarlo. Es más, debería ser pensado a partir de él, con algún criterio de rápida reconversión, por las dudas.
Imaginen el cambio del costo de vida de la población patagónica si la harina, la yerba, y sobre todo las frutas y verduras les llegaran por barco a biodiésel. Ser otra estructura de costos.
- Aerolíneas Argentinas perdió su capacidad de transporte de cargas vital en un país con nuestra extensión.
Piensen cuántas divisas, en una economía con problemas de balanza de pagos, que nos ahorraríamos si se masificara el uso del biodiésel, produjéramos nuestro material ferroviario, y brindáramos nuestro propio flete con armadores locales. No es imposible ni inalcanzable. Sólo hay que hacerlo.
PROPUESTAS
Para exportar necesitamos un sistema de transporte barato entre cualquier punto del país a un puerto, que complemente y haga competir no sólo distintas empresas sino distintas modalidades (vial, ferroviarial, fluvial, a‚rea). Con puertos lo más limpios posibles. Es uno de los puntos imprescindibles para que se recompongan las economías regionales.
Debemos rehacer la red ferroviaria y arreglar todas las estaciones con su diseño arquitectónico original. Reabrir los talleres y fabricar nuestros rieles, durmientes y material rodante. Comprar licencias para fabricar locomotoras. Se trata de de miles de personas con trabajo por todo el país y un alivio a nuestra balanza de pagos.
Hay que reconstruir la flota mercante. Actualmente la Argentina pierde divisas por U$ 6.000 millones/año sumando fletes y seguros para nuestras exportaciones.
Tener nuestra flota significa trabajo para nuestros astilleros (buques mercantes y barcazas), tripulación y personal de puerto. Miles de trabajos calificados y bien pagos.
Reinvertir en nuestra flota de guerra que debe ir a la par de la mercante.
Durante el año 2017 se promulgó una ley ad-hoc luego de años de trabajo parlamentario. Rápidamente el ejecutivo la arruinó por vía reglamentaria. Favoreció a los chinos.
Se puede lograr con capital de argentinos quienes no ven oportunidades de inversión en la Argentina, por la maraña de leyes laborales e impositivas, el estado de los puertos y regulaciones. Para ello hay que resolver esos problemas uno por uno.
La Patagonia y el Litoral deben ser conectados por agua y ferrocarriles. Usar los ríos internos para bajar cosechas por barcazas. Amigarnos con nuestros ríos. Es la vía de transporte más barata.
Invertir en puertos. Rehabilitar los que fueron abandonados. Invertir en los puertos de gran uso como Bahía Blanca-Quequén y Rosario, Habilitar Posadas, renovar Ensenada-Berisso.
Las rutas deben ser autopistas. El sistema de peajes, que en su momento defendí durante la presidencia de Menem, ha mostrado que no sirve. Sólo le sirve a los amigos de la Cámara Argentina de la Construcción. Volver a Vialidad Nacional, con controles de carga por eje para que duren las rutas.
El transporte barato junto a la baja de impuestos es la única solución para las economías regionales (a lo que hay que agregar un tipo de cambio alto, imprescindible). Eso es lo que permitir exportaciones con valor agregado: mozzarella de leche de búfala en Formosa, acuicultura de pacú/arroz en Chaco, azafrán en Río Negro, aberturas de perfiles de alumnio en Chubut y de madera en Misiones, industria textil en origen (algodón en NOA, lana de camélidos en la cordillera, lana ovina en sur de PBA/Patagonia, mohair en Cuyo) de calidad. Si Canadá exporta chaquetas de vicuña (animal que no existe en Canadá), ¿por qué‚ nosotros no?
Es un error hablar de atraer inversiones extranjeras. Es absurdo. Los argentinos tienen capital de sobra para desarrollar su propio país. Y nadie mejor que quien vive acá para saber cuándo la situación es propicia. El Estado debe generar las condiciones, es su obligación constitucional. El transporte es la primera de ellas.
* Por IRIS SPERONI, Lic. Economía, UBA. Master en Finanzas, Ucema. Postgrado Agronegocios, Agronomía, UBA.