La necesidad de reducir el déficit fiscal volvió a poner sobre la mesa la posibilidad de reducir el número de ministerios que la misma administración de Cambiemos multiplicó apenas llegó al poder.
Analizándolo desde su «parte» o «demanda» sobre el total presupuesto nacional, hay varios ministerios que serían fácilmente incorporados por otros. En la lista hay dos que podrían quedar subsumidas sin que eso implique un cambio radical en la estructura: los ministerios de Turismo (Gustavo Santos) y de Cultura (Pablo Avelluto).
Hacienda, Modernización, Cancillería y Producción son ministerios que usan recursos menores al resto, pero su importancia estratégica es determinante y garantizan su subsistencia. Cancillería histórica -y exteriormente- necesita ser un ministerio, y constituye un engranaje clave en la inserción en el mundo. Y Producción acaba de ser reconfirmada de la mano de Dante Sica para armar, al menos, un discurso más industrialista.
Modernización el oficialismo la ve clave porque toma decisiones como la reducción del personal del Estado, el análisis del cumplimiento de metas de los funcionarios y la eliminación de los trámites con papel en toda la administración pública.
Aunque con realidades distintas, Ambiente y Desarrollo Sustentable; Ciencia, Tecnología e Innovación y Agroindustria ocupan la parte baja de la lista desde la mirada de la contabilidad pública y podrían integrarse a carteras mayores. En todos los casos, sin embargo, de concretarse implicará señales políticas negativas hacia sectores específicos de peso cultural y simbólico.
Desde el punto de vista del ahorro, la reducción de ministerios podría ahorrar algunos pocos millones en materia de burocracia y reducir sueldos jerárquicos. Los más evidentes: mientras que un ministro gana unos $200.000 brutos por mes, un secretario recibe a razón de $100.000.