En un artículo publicado en Clarin por el periodista Ismael Bermúdez, se detalla como resultó esta triste competencia en la primera mitad del año: y el resultado no es bueno: en los primeros seis meses de este año, las jubilaciones, pensiones y demás prestaciones de la Seguridad Social acumulan una pérdida de 4,1 %.
Esto pasó porque los más de 17 millones de beneficiarios –jubilados, pensionados, asignaciones familiares, Asignación Universal por Hijo (AUH)- recibieron dos aumentos trimestrales que, acumulados, suman el 11,73%, mientras la inflación enero-junio sumaría el 15,8%, descontando que el mes pasado la suba del IPC rondaría el 3,5%, dato que se conocerá la próxima semana.
En el caso de las jubilaciones y pensiones, para un haber medio que arrancó a comienzos del año en $ 10.000, representa una pérdida de ingresos de $ 2.300 en el semestre. Para un sector de jubilados y pensionados con haberes en enero inferiores a los $ 9.460 -esa pérdida en términos reales del 3,5% es un poco menor por el bono por única vez –de 375 o 750 pesos- que percibieron en marzo.
- Esa pérdida va a continuar en los próximos meses porque recién en septiembre se efectiviza el próximo aumento que será del 6,7%, un porcentaje también inferior a la inflación esperada para el trimestre.
Este incremento del 6,7% de setiembre es el tercero que se aplicará con la nueva fórmula de movilidad, lo que arrojará un acumulado en el año del 19,7%.
En consecuencia, ese 19,7% seguirá siendo menor a la inflación porque a la pérdida del primer semestre habrá que sumar el deterioro real de los haberes teniendo en cuenta la mayor inflación de estos meses y que los aumentos salariales son inferiores a la inflación.
La nueva fórmula de movilidad aprobada a fines de 2017 combina 70% del IPC del INDEC y 30% por la evolución de los salarios formales (índice Ripte) de dos trimestres anteriores. Por ejemplo, el aumento que regirá de septiembre a noviembre toma en cuenta IPC/Ripte de enero-marzo.