YPF ensaya con la energía eólica. Ausente: la industria nacional

Como informa el portal «DePetróleo», YPF Luz se encuentra ultimando los detalles para lo que será la vinculación final con el sistema eléctrico local con el fin de brindar energía a la red a través de los generadores del parque eólico Manantiales Behr en Comodoro Rivadavia.

Ya está haciendo las pruebas iniciales de puesta a punto y generación con su flamante parque de una superficie total de 6.000 metros cuadrados y con 30 aerogeneradores Vestas de 3,3 MW por unidad, una LAT (línea de alta tensión) de 132kV y dos subestaciones transformadoras. La energía del parque va a fluir hacia Comodoro Rivadavia por las LATs ya construidas. Cuando el parque esté construido en su segunda etapa y alcance los 100MW de capacidad instalada, las LATs se prolongarán hacia el Sur hasta Pico Truncado, en Santa Cruz, donde empalmarán con la línea de tensión extra-alta de 500 kV que conecta la Patagonia Austral con la región central.

Como modo de no tener «tiempos muertos» cuando hay buen viento y capacidad de turbinarlo pero poca demanda local, lo que no se consuma en Comodoro se gastará en Pico Truncado o en el resto del país, cuyo sistema interconectado garantiza demanda casi constante. Esto de algún modo mitiga el gran «talón de Aquiles» económico de los parques eólicos: la necesidad de sistemas de acumulación de energía durante los tiempos muertos. Esos sistemas por ahora son carísimos, y los tiempos muertos, también. Esto a su vez podría acelerar el repago de las turbinas.

Son bastante impresionantes para el estándar al que estábamos acostumbrados en Argentina: 84 metros de altura al cubo de la hélice, y ésta barre un diámetro de 112 metros. La altura máxima alcanzada por las palas es de 140 metros.

La velocidad promedio anual del viento en Manantiales Behr (12,5 m/s) supera en más de un 50% las cifras costeras de los mejores sitios eólicos de Europa, y sólo se alcanza en parques «off shore», situados 40 o 50 km. mar adentro. Como la energía cinética del viento es función cúbica de su velocidad, la cosecha anual de electricidad promete ser interesante.

Otro asunto que puede acelerar el repago de las turbinas es el factor de capacidad del viento local: está en el 50%. Es apenas un 1% inferior al del río Paraná en Yacyretá, y un 17% mayor que el del río Limay en la represa de El Chocón, en el Norte Patagónico y un 20% más que el promedio eólico mundial. Estamos comparando recursos eólicos e hidráulicos, algo que sería totalmente estúpido en casi cualquier lado salvo en en el Sureste de Chubut y el Norte de Santa Cruz, donde el viento se sale de la definición de «fuente intermitente». Con un 50% de factor de capacidad, si no fuera por las paradas de mantenimiento de los equipos, 100 MW instalados en Manantiales de Behr generarían la misma cantidad de electricidad anual que una pequeña central térmica o nuclear de 50 MW.

Tres reflexiones más al respecto: la nueva dirección de YPF, empresa presuntamente nacional, prefirió turbinas danesas (de muy buena marca) pero no le abrió el juego a ningún fabricante nacional, habiendo al menos tres: IMPSA, que construyó grandes parques costeros en Brasil, NRG y la firma de tecnología «de bandera» de los argentinos, INVAP, que desde 2006 está tratando de entrar al mercado con un aerogenerador propio.

Si el gobierno anterior no puso un centavo en eólica, lo que fue un total disparate, el actual está poniendo mucha deuda en equipos 100% importados, disparate no menor. Dado que pese al gigantismo de sus aparatos la industria eólica es «mano de obra intensiva», tan artesanal que por ahora resiste con bastante éxito la robotización, importar el 100% de los equipos es un excelente modo de generar trabajo (en Dinamarca).

El otro tema es la duración de dichos equipos, su consumo de repuestos y su mantenimiento. El Vestas 3,3 es una turbina hecha para durar 20 años con vientos europeos «in shore», de 8,5 m/s y de intensidad bastante regular. Los vientos en Manantiales Behr son promedio 4 m/s más veloces, y además, arrachados, con grandes variaciones instantáneas de velocidad, lo que supone un esfuerzo mecánico enorme para las palas, sus mecanismos de control y para las cajas de transmisión. Como dice el tema principal de aquel viejo musical, «New York»: «If you can make it here, you’ll make it anywhere».

Estas máquinas trabajarán muy exigidas. Eso podría suponer mayores tiempos de parada anual que los habituales en ambientes menos ásperos, y un gran consumo de repuestos, que en este caso serán 100% importados. La política de importar equipos eólicos diseñados para otras geografías durante los ’90, sumados a las disparadas inflacionarias, conspiraron para que los pocos aparatos de aquella época que recalaron aquí tuvieran paradas muy largas. En más de un caso agotaron su vida útil de diseño detenidos casi todo el tiempo, y sin poder pagarse. En teoría, el equipo debería pagar su costo en su primer tercio de vida útil, y dar ganancias los dos tercios restantes. Pero apostar a que el dólar se quede quieto en $ 30 pesos durante 20 años no parece muy razonable en la Argentina.

En una primera etapa, el parque de Manantiales Behr entregará 50 Mw de potencia. En una segunda etapa, generará hasta 100Mw. Si el factor de capacidad del viento fuera del 100% y los equipos funcionaran sin paradas de mantenimiento y Comodoro Rivadavia tuviera una demanda constante a lo largo del día y del año (tres imposibilidades), Manantiales cubriría enteramente el consumo de esa ciudad. Con más tino, el parque descontará el 16% del consumo eléctrico de YPF, lo que medido en ese recurso escaso y caro con que aquí se fabrica mayormente la electricidad (el gas natural), equivale a 80 millones de m3/año.

Es muy buen rendimiento para un predio de 2000 hectáreas vacías, sobrepastoreadas y de bajo costo de oportunidad.

Daniel E. Arias