Tal como pasó en 2016, este año terminará en una infrecuente divergencia en la performance relativa fabril-comercial de la industria automotriz local: bajan los patentamientos al tiempo que la producción está aumentando.
El mercado interno había alcanzado un récord histórico en patentamientos en el primer semestre. Pero en junio hubo un punto de inflexión. Las proyecciones de ventas en los meses venideros muestran caídas.
Mientras tanto el plano externo continúa siendo el principal motor sectorial y luce con mayor solidez, merced a la diversificación de destinos de exportación, la recuperación en la demanda brasileña -este año participaría en las exportaciones en torno del 70%, junto con las perspectivas de maduración de proyectos de inversión.
Hoy se verifica que la industria local está diseñada más para un esquema de producir para exportar que para las ventas domésticas. A pesar de la altísima proporción de insumos importados, que hace que sea deficitaria en divisas para la Argentina.
Esa disociación se evidencia en el clima del sector. En las concesionarias hay preocupación por la caída de las ventas y ya en algunas se habla de reducir estructuras para no seguir perdiendo plata. La fuerte expansión del mercado interno de los últimos dos años tuvo su correlato en materia laboral. Hoy hay que replantear la situación.
En tanto, en las fábricas se tiene los ojos puestos en lo que sucede en Brasil y cómo será el mercado regional en los próximos años. Hay más optimismo. Tanto es así que ya están pensando en las próximas inversiones aun cuando todavía no terminaron de concretar los últimos anuncios.
Por ejemplo, Volkswagen, la marca líder desde hace años en la Argentina, confirmó el año pasado el desembolso de u$s 650 millones para el proyecto Tarek, el nuevo SUV que fabricará en la planta de General Pacheco.