En medio de los recortes para obra pública y su impacto en la actividad económica, el Gobierno se esperanza con la idea de que una posible cosecha récord en 2019 le asegure las divisas y el dinamismo para llegar con tranquilidad a las elecciones.
Según los cálculos de los economistas, sin sequía y con inversiones, el campo podría explicar entre un punto y medio y dos del PBI, lo que implicaría entre un 60 y 80% del crecimiento estimado para el año próximo. Aunque hay cálculos conservadores que no estima en mucho más allá de un punto y medio el aumento total del PBI en 2019.
Según una encuesta del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, el 72% de los productores prevé realizar inversiones en los próximos cinco años. En los próximos doce meses la tendencia es menos clara. El 50% de los medianos dice que sí, aunque solo el 32% de los grandes productores responde afirmativamente.
Algunos analistas se animan a pronosticar que un buen rendimiento del agro puede equilibrar la balanza comercial argentina durante el año que viene. “De no mediar un factor negativo, como la sequía de este año, nuestras proyecciones indican que el sector podría estar en condiciones de lograr que Argentina elimine su déficit comercial en 2019”, pronosticó el presidente del Centro de Exportadores de Cereales y de la Cámara de la Industria Aceitera, Gustavo Idígoras. El especialista añadió: “En 2018, el complejo cerealero oleaginoso va a haber exportado US$ 22.500 millones y esperamos que el año que viene, US$ 32.500 millones”.
Por su parte, Ezequiel de Freijo, economista jefe del Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural, consideró que las exportaciones de 2019 podrían superar “en ocho mil millones de dólares las de este año”, en línea con lo anunciado por el presidente de la SRA, Daniel Pelegrina.
El director del Instituto de Clima y Agua del INTA, Carlos Di Bella, prefirió ser cauto: “Los pronósticos para La Pampa húmeda y gran parte del país, en materia de agua en el suelo y clima, son positivos, pero es muy pronto para asegurar una cosecha récord. Para la soja y el maíz los meses críticos son enero y febrero, por lo que habría que esperar a octubre o noviembre para tener mayores certezas”.
Más allá de que las esperanzas están depositados en el complejo oleaginoso cerealero, la recuperación de la ganadería es otra de las cartas que espera jugar el Gobierno.