En un contexto de caídas generalizadas de ventas, las tarjetas de crédito resisten el cóctel tóxico de la inflación, devaluación y suba de tasas. Al menos por ahora, el consumo con plásticos viene creciendo por encima de la suba de precios (44% en mayo y 32% en junio).
Esto parece contradecir a las experiencias de quienes encuentran en forma cada vez más frecuente el cartelito «Están suspendidas las tarjetas», pero los grandes negocios (supermercados, retail, etc) siguen aceptándolas. De hecho, algunos negocios pequeños que antes exigían un consumo mínimo ahora las aceptan, con tal de facturar algo.
Otro dato relevante: también aumentan los clientes que pagan el mínimo o parcialmente el monto total de la factura, pese a que las tasas de interés son altísimas.
“El porcentaje viene subiendo desde febrero”, explicó una fuente del sector financiero y agregó que esta práctica “se concentra principalmente en las carteras internacionales y el segmento Gold”, es decir, principalmente por compras en el exterior efectuadas a un dólar mucho más bajo que el actual.
A pesar de todo, el uso de la tarjeta es un refugio frente a la inflación y la pérdida de poder adquisitivo, según coinciden los analistas. Mariano Mancurti, gerente del área tarjetas del HSBC, remarca que no sólo crecieron los plásticos emitidos sino también un mayor uso por parte de los usuarios. “El volumen de transacciones creció por encima de la base de clientes, lo que implica que hay más gente usando tarjeta”, explicó.
A pesar de la brusca suba de tasas y el encarecimiento del crédito, este ejecutivo señala que la participación de las compras en cuotas sobre el total del consumo no se modificó con respecto al año pasado. “La gente está más informada y educada sobre promociones, cuotas y descuentos, y sobre las ventajas de este medio de pago con relación al dinero físico”, dijo al Económico.
- El nivel de bancarización en la Argentina es bajo.
Un reciente informe del Banco Mundial detectó que el 52% de los argentinos no posee ni siquiera una caja de ahorro, ni opera con bancos. Y que el porcentaje promedio sube al 57% entre las personas de menores ingresos. Frente a esto, la expansión de los plásticos resulta notoria: “En los últimos dos años, se emitieron 5,7 millones de tarjetas de crédito nuevas y la cantidad de usuarios creció en 3,7 millones”, dice Alejo Espora, economista del Banco Ciudad.
Con dificultades y en un marco de alta informalidad, la bancarización avanza pero por debajo de las aspiraciones oficiales. Una estadística del BCRA indica que hay cerca de 51 millones de cajas de ahorro operativas. Por otro lado, hay poco más de 40 millones de tarjetas de crédito y 45 millones de débito en uso, todos indicadores de la llamada “inclusión financiera”. En el país, señala el informe del Banco Mundial, en los últimos tres años la “desbancarización” subió 2%, principalmente entre la población de menores ingresos.