El único sector de ventas al consumidor que ganó mercado

El canal mayorista logra crecer, aunque en forma leve, en medio de la crisis de consumo.

El canal de los mayoristas es uno de los menos afectados por la retracción del consumo. Mientras los supermercados y almacenes en conjunto arrastran datos negativos en las ventas, este año empresas como Makro, Diarco, Yaguar o Vital “vienen surfeando la ola”, describe Diego Gizzi, analista de la consultora Nielsen.

En lo que va del año, los mayoristas vendieron 3,6% más en volumen respecto del mismo lapso del año anterior, con una facturación que aumentó 22,8%. Ese dato, no obstante, fue inferior al 29,5% de la inflación registrada en ese período. Si se tiene en cuenta la evolución del negocio, sólo en junio, la suba fue del 0,3% frente a una facturación del 25,1%.

Alberto Guida, titular de la Cámara de Distribuidores Mayoristas (CADAM), explica las ventajas del sector respecto de los otros canales de comercialización: “En principio, la estrategia de posicionarse con precios más bajos que el resto del mercado los fortalece en este contexto recesivo”, dice. Pero además, la buena performance que tuvo el sector en 2016 y 2017, “los encontró -este año- mejor parados”, completa Gizzi.

Con todo, las estrategias para seguir seduciendo clientes no se detienen para estos comerciantes. Por eso, durante el último congreso del sector que se hizo el miércoles pasado, el tema central fue cómo venderle a los millennials y cómo reaccionan estos frente a una misión de compra. «No sólo son la generación del presente sino también la del futuro”, enfatiza el titular de CADAM.

Hoy, el 50% de los consumidores locales pertenece a esta generación, que tiene entre 21 y 37 años (millennials). Y hacia 2025, sumados a los centennials, se estima que serán el 75%”, dice Catalina Pirola, ejecutiva de Retail Services, de Nielsen.

Frente a este escenario, las empresas están en transición, cuentan los analistas: «Mientras antes pensaban que el tema de la sustentabilidad era un plus para sus productos, ahora ya es obligatorio”, aseguran. Básicamente porque “el 51% de estos compradores se toma el trabajo de mirar las etiquetas, de testear que los productos no sólo tengan beneficios para ellos, sino también para la comunidad y el medio ambiente. Y además están dispuestos a pagar más por esto eso”, explica la analista.

Otras diferencias, según cuentan los analistas de Nielsen son: ​

  • Su mayor conexión con la tecnología (el 70% consulta en las redes sociales antes de comprar algo),
  • Su propensión a la «economía compartida»;
  • Su mayor interés por los productos nuevos,
  • La necesidad de estar el menor tiempo posible en la tienda de compra.
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