Entre los distintos sectores de la producción argentina, el agro exportador es el que el Presidente pareció elegir desde el comienzo de su gestión como el motor económico y el aliado político. Aún cuando «pasaron cosas» y la inflación y el déficit fiscal se hicieron alarmantes, se preocupó por afirmar que el campo -las explotaciones de la Pampa Húmeda- no serían afectadas.
Por eso, el anuncio de la suspensión de la baja de retenciones para aceites y harinas de soja fue un golpe que tomó por sorpresa y enfureció a muchos en el sector.
Con la moderación que le impone su carácter institucional, la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) fue uno de los primeros en expresarse al respecto. Andrés Alcaraz, gerente de Comunicaciones Corporativas de CIARA, declaró que la medida tendrá efectos negativos no solo en el sector sino también en la economía argentina.
* La harina de soja es el principal producto de exportación argentino, mientras que el aceite de soja es el cuarto.
En primer lugar, se prevé la caída de transacciones del principal sector exportador de la Argentina, lo que afectaría la recaudación fiscal que se ha proyectado. Asimismo, habrá una menor capacidad de compra de la agroindustria y se elevará la capacidad ociosa del principal complejo oleaginoso del mundo. De esta forma, “se está estimulando indirectamente la primarización de la agroexportación al exportarse con menos valor agregado”.
El año pasado, los principales destinos de las exportaciones de harinas y pellets de soja fueron: Unión Europea (u$s3.008 millones), Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (u$s 3.002 millones), y Magreb árabe y Egipto (u$s 897 millones). En lo que refiere al aceite de soja, los principales destinos de las exportaciones fueron India (u$s 1.850 millones), Magreb árabe y Egipto (u$s 440 millones), Resto de ALADI (u$s 350 millones), Medio Oriente (u$s 177 millones) y MERCOSUR (u$s 143 millones). El principal destino de las exportaciones de poroto de soja fue China (u$s 2.415 millones).
La necesidad -los intereses de la deuda pública y el FMI- «tiene cara de hereje». Si el gobierno de Macri se ve obligado a tomar estas medidas, es difícil pensar en un futuro gobierno posible que no recurra a ellas.
Si los productores rurales consideran que este tipo de impuesto tiene efectos negativos -y tienen un argumento en lo que hace a la incorporación de tecnología a la producción- deberán proponer un impuesto que sea tan fácil de recaudar y difícil de eludir. Cuentan con un elemento a favor: pueden señalar que ni la harina ni el poroto de soja forman parte de la mesa de los argentinos, y no hace falta que las retenciones moderen su precio local.