En dos meses estaría terminado un estudio de prefactibilidad para la construcción de una hidrovía interna para resolver los problemas generados por los desbordes de la laguna La Picasa que, en 2017, inundó 100.000 hectáreas en varias regiones. La idea es brillante: transforma un problema en una solución.
Esa fue la alternativa que planteó la Nación ante la Corte Suprema de Justicia: una salida al Paraná de los excedentes hídricos de la laguna, trabajo que costaría unos $10.000 millones y que la administración central financiaría en el 70 %. Los productores venían reclamando por las demoras en el tema.
Según dijeron fuentes de la Secretaría de Infraestructura y Política Hídrica la evaluación de la factibilidad técnica, económica y ambiental de canales interiores artificiales estaría terminada en octubre. La traza sería hasta Catriló (La Pampa) y, desde allí, la carga transportada en la hidrovía se movería por tren a los puertos.
El estudio se centra en un análisis hidrológico para la evaluación de los beneficios potenciales del uso alternativo de los canales de navegación para «mitigación de inundaciones en zonas aledañas». También analiza la instrumentación del transporte multimodal.
La traza propuesta parte del río Segundo en Córdoba hasta Catriló sobre la cota 135 IGN. Allí se implementaría un nodo multimodal (puerto seco) para conectar la hidrovía con el tren Ferroexpreso Pampeano al Puerto de Bahía Blanca.
Esta alternativa alcanza los 635 kilómetros. El canal proyectado tendría un ancho de fondo de 23 metros, con 46 metros de ancho a la altura de quilla. La profundidad mínima es de cuatro metros y la máxima, de cinco. Así se podrían transportar convoyes de dos barcazas con un remolcador, uno en cada sentido (2260 toneladas de porte neto por convoy).
Ésta parece ser una de las iniciativas más interesantes para afrontar el cambio climático. El crecimiento de La Picasa ha sido imparable desde principios de los ´70, cuando el régimen de lluvias cambió y la laguna fue avanzando, década a década, con avances y retrocesos, sobre campos de cultivo y pastoreo que terminaron desapareciendo. Porque blanco sobre negro, llueve cada vez más.
En cifras, en los ’70 era una lagunita de 1000 hectáreas que apenas figuraba en los mapas. En 1984 había crecido a 2300 hectáreas, y seguía sumando. En 1987 ya bordeaba las 3800 hectáreas. En 1993 este cuerpo de agua iba buscando las 10.000. En 2008, tras haberse expandido a 32.000 hectáreas en 2002, logró retroceder a unas 15.000, pero sólo estaba tomando aliento…
En 2017 fueron 35.500 hectáreas, y con las inundaciones de este año, que no tienen adónde irse salvo por evaporación, la Picasa es un pequeño mar interior de 45.000 hectáreas, que este invierno logró afectar un total de 100.000 hectáreas. ¿Cuántos productores expulsó ya de sus tierras?
El asunto es cómo, con un cambio de perspectiva, la Picasa puede volverse en una solución logística permanente para el Sur de Santa Fe: el reservorio de respaldo de una hidrovía en una zona antes ganadera, hoy de agricultura, y donde el tren desapareció. Lo que antes era un asunto de justicia puede volverse un plan logístico. No se trata de magia: una hidrovía no se excava sola, y su operación puede requerir de bastante ingeniería y mantenimiento, porque la gravedad no ayuda mucho a mover el agua: esta zona de la llanura santafesina casi no tiene pendiente hacia el Paraná.