Argentina necesita los Astilleros Río Santiago

La Patrullera Oceánica Marina OPV-80 de Fassmer, que se iba a construir en ARS para la Marina

El 26 de julio de 2018 el presidente Mauricio Macri y su par francés, Michel Macron, decidieron indirectamente el cierre de los Astilleros Río Santiago (ARS), hasta la década de los ’80, los mayores, mejor equipados y calificados de Sudamérica. Lo hicieron al firmar la compra para la Armada Argentina de 4 patrulleras francesas OPV de Naval Group, nuevo nombre de la constructora naval más vieja del mundo (la fundó Luis XIV en 1631).

Antes, Macri coqueteó con españoles e israelíes, pero en ningún momento él o su Ministro de Defensa, Oscar Aguad, consideraron llevar a término un plan que ya cumple 20 años dando vueltas por las cancillerías de Uruguay, Argentina, Brasil y Chile, y que sólo este último país viene cumpliendo. Es (era) el de equipar a todo el Cono Sur con un diseño común de patrullera, la OPV-80 del astillero alemán Fassmer. La estandarización regional de partes, componentes, respuestos, equipamiento y procedimientos de reparación de las Fassmer habría bajado el precio de construcción y asegurado muchos años de servicio de estos barcos en las cuatro marinas de guerra.

En números, Macri prefirió pagarle a Francia U$ 328 millones por 4 patrulleras “llave en mano”, en lugar de construir 5 unidades en los Astilleros Río Santiago, con el agravante de que la primera en entregarse a la Argentina, «L’Androit», ya tiene 7 años de uso en la Marina Francesa.

Es decir el presidente y Aguad evitaron pagarle al estado argentino un total de U$ 250 millones por 5 naves nuevas, y prefirieron darle U$ 78 millones más a Francia por sólo 4 unidades, todas menos modulares y polivalentes que las Fassmer. Habida cuenta de que las 4 «nuevas» patrulleras deberán vigilar 1 millón de km2 de mar, no parece que puedan cambiar mucho la situación de descontrol de pesca en nuestra Plataforma Continental. Y de tener una flota patrullera del Cono Sur, a olvidarse.

Aguad y Macri también prefirieron sacrificar 1200 puestos de trabajo calificado en el inmenso astillero de Ensenada, que están nuevamente a punto de cerrar. Pero la buena noticia es que con esta firma Francia se asegura 2000 puestos en Naval Group. Luis XIV sonríe.

El más famoso canciller francés, Charles de Talleyrand, conservó su puesto a través de gobiernos ríspidamente diferentes: los de la Revolución Francesa, el Consulado, el Imperio de Napoleón y la restauración monárquica. Pero en todas sus volteretas (se justificó), siempre defendió los intereses permanentes de Francia, que según Talleyrand, no son muy diferentes de los de Europa. El canciller Jorge Faurie, nuestro Talleyrand criollo, no logró la firma del Tratado de Libre Comercio con Europa: nadie es perfecto. Pero su jefe acaba de compensar a Macron.

La Armada Argentina no está acostumbrada al autoequipamiento. En 1974 fue forzada a equiparse de naves nuevas y de construcción local, cuando el presidente Juan D. Perón pagó a Blöhm und Voss, de Hamburgo, por los planos y la tecnología de las corbetas alemanas Meko 140 “clase Espora”. Se construyeron 6 en los Astilleros Río Santiago, entonces llamados AFNE. Aunque las Meko están viejas, tienen un diseño modular que permite cambiar o renovar en pocos días los sistemas de armas y sensores. Todavía hoy siguen siendo los mejores barcos de combate de la Armada.

El cierre de los ARS, así como los del complejo submarinístico CINAR, colindante con Puerto Madero, se volvió agenda de los gobiernos argentinos (no de todos, de casi todos) desde la derrota de Malvinas. Es parte de las cláusulas de desarme unilateral exigidas por el Reino Unido en el Pacto de Madrid, el que posibilitó la rendición argentina, y que al parecer goza de buena salud. El presidente Raúl Alfonsín no se propuso el cierre de los ARS, pero los dejó sin plata y sin trabajo y esperó que se murieran solos. Pero tienen una propensión a resucitar. De hecho, la última Meko 140 se entregó a la Armada recién en 2004.

Más «proactiva» fue la política de su sucesor, el presidente Carlos Menem. Por una parte, intentó cerrar y privatizar el CINAR, entonces llamado Tandanor-Domecq García, para hacer un barrio paquete colindante con Puerto Madero (hubo denuncias, juicios por estafa, ningún preso). Contra los ARS fue “con todo”. El 21 de septiembre de 1992 para garantizar su rápido cierre lo hizo invadir desde el río por el Grupo Albatros, de la Prefectura Naval Argentina, pero la población y la municipalidad de Ensenada se jugaban su mayor fuente de trabajo. Más de 5000 lugareños sitiaron a los comandos dentro del astillero. Hambre no iban a pasar, dado que podían ser reabastecidos desde el río, pero incluso Menem tenía cierta aversión por el ridículo. A las 60 horas, los comandos se tuvieron que retirar.

Hubo represalias. A partir de aquel momento los ARS pasaron a ser de dominio provincial y entraron a 12 años de estado de coma y abandono, administrados (es un decir) por el gobernador Eduardo Duhalde. Vale la pena googlear las fotos de esos enormes hangares vacíos, invadidos por la vegetación, las ratas y las palomas, y a punto de derrumbe. Llenos de las enormes máquinas-herramienta que hicieron posible que allí se construyeran desde locomotoras hasta componentes para centrales nucleares. Son imágenes que están en la memoria colectiva de Ensenada.

Los ARS fueron resucitando trabajosamente a partir de 2004, con pedidos de petroleros, tanqueros, graneleros y pesqueros de países y empresas nacionales y de la región. Salieron barcos de hasta 60.000 toneladas. Pero los negocios con PDVS, la petrolera de Venezuela siempre fueron difíciles: ellos lerdos para pagar, el ARS lerdo para construir (si no te entra un dólar, resulta difícil).

Durante el período kirchnerista las esperanzas de ARS estaban muy puestas en la construcción de las OPV-80 para la Armada, pero inexplicablemente pasaron los años sin ningún pedido formal. Los planos y la tecnología ya habían sido comprados al astillero militar chileno ASMAR en 2009. Sólo había que poner uno en quilla… La última alegría de ARS es de 2014, una orden por 4 grandes remolcadores de diseño original para Abadía del Mar, un grupo privado.

Ante la cachetada del acuerdo Macri-Macron, los ARS perdieron como cliente a su viejo dueño, la Armada, y hoy –paradojas de la historia- está ofreciéndole las OPV a la Prefectura que los invadió, para reemplazo de sus viejos patrulleros “clase Mantilla”. Dado que la idea fija del gobierno nacional es el cierre, es difícil que el ofrecimiento sea aceptado por la Ministro de Seguridad, Patricia Bullrich. 

¿Es tan polivalente esta patrullera de diseño alemán como para equipar a fuerzas marcadamente distintas, como la Armada y la Prefectura? Sí. Tiene dimensiones parecidas a las de la corbeta Meko 140 de la Armada, aunque éstas ostentan un armamento mucho más poderoso y diverso, incluyendo un cañón automático de 76 mm, 4 de 40 mm., y misiles antibuque MM-38 Éxocet.

Las velocidades se parecen un poco. La Meko está en los 27 nudos, y la OPV motorizada según la última oferta de ARS a la PNA, tendría una velocidad de persecución apenas menor (24 nudos), pero una autonomía larguísima, de 8000 millas. Y es que una patrullera no está hecha para enfrentarse con buques de guerra, sino para detener la pesca ilegal, razón por la cual su armamento se reduce a un cañón automático de 30 mm. en proa, y ametralladoras cal. 50. Lo central es que puede y debe aguantar un mes seguido en campaña, porque le sobra mar para custodiar. La OPV-80 tiene incluso un diseño “stealth”: con el oleaje brutal del Mar Argentino, que genera «clutter» en los radares no militares, los barcos chinos (los intrusos más frecuentes en la milla 201) no la podrían detectar fácilmente.

Tampoco es fácil “patotearla” tratando de embestirla entre varios pesqueros. Esa es una práctica habitual de los invasores de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) argentina con los clase Mantilla de la PNA. La OPV-80 aún en versión Prefectura tiene mucho con qué contraatacar: carga un helicóptero de al menos 5 toneladas, con plataforma de apontaje de 240 m2 y hangar en popa, y en su flanco de babor tiene una abertura para el despliegue de hasta 2 botes semirrígidos inflables, para partidas de abordaje y captura. Y el helicóptero no sirve únicamente para someter a capitanes chinos que no quieren ser traídos de arrastrón ante un juez argentino. Con el equipamiento necesario de sonoboyas y bombas de profundidad, el helicóptero es la mejor arma antisubmarina desde los ’50.

El cierre –o intento, todavía no se sabe- de los ARS viene con cambios de titularidad sobre el Mar Argentino, que en realidad desde Chubut al sur podría llamarse Mar Español. Desde la presidencia de Menem y hasta hoy, el poder pesquero real fue la flota alturera ibérica “legal”, las firmas con planta de fileteo en tierra. No dejan infracción por cometer, e inventan nuevas. En 2006, a fuerza de sobrepesca, captura incidental, pesca de juveniles y “melliceo” o “trilliceo” de buques congeladores, los hispánicos habían vaciado de tal modo y con tanta impunidad nuestros caladeros que hubo literalmente que cerrar el mar. La merluza hubbsi había desaparecido comercialmente, y no se sabía si “rebotaría”, o cuándo. Más de 30.000 obreros en puertos patagónicos perdieron sus trabajos. Luego el mar fue recuperándose.

El Instituto Nacional de Investigaciones y Desarrollos Pesqueros, INIDEP, en Mar del Plata, resumió la situación en un informe de 2017: desde 1989 España es la revendedora oficial al resto de la Unión Europea de la materia prima generada por el Mar Argentino. Su control comercial y político es férreo. Inhibe toda posibilidad de las empresas locales de pescar en altura o agregar valor a la pesca criolla exportada.

Es difícil que el INIDEP vuelva a repetir opiniones tan crudas: acaba de ser nombrado por tercera vez como director Fernando Georgiadis, como en épocas de Menem y de Fernando De la Rúa. Abogado de las pesqueras españolas, Georgiadis echó de sus cargos a decenas de investigadores oceanográficos para dar ejemplo, manejó al resto con mano de hierro, y en diciembre de 2001, cuando su segunda aparición en el Instituto, fue declarado «persona no grata» por el Concejo Deliberante de Mar del Plata, a pedido de las pesqueras y los académicos locales. Lo central del trabajo de Georgiadis fue hacer que el INIDEP inventara un andamiaje «científico» para darle soporte legal a las matufias que terminaron con el vaciamiento del mar. Ahora está de regreso.

Pero esto está cambiando. La más  expoliadora de las firmas españolas, Arbumasa, con base operativa en Puerto Deseado, fue comprada este año por una pesquera china. De creerle al «Faro de Vigo», muy pendiente de todo lo que pasa en el Mar Argentino, ya se hicieron chinas otras pesqueras grandes y medianas, incluso en Mar del Plata: Altamare, Chiarpesca, Lan Fish, Patagonian Seafood, Ardapez, Arhepez, al compás de U$ 760 millones a fecha de julio de 2017. Y siguen los pases.

En el futuro, habrá chinos operando legalmente desde la costa, en lugar de los españoles, y chinos ilegales en la milla 201, metiéndose 50 o 60 millas de noche en la ZEE. Los ilegales forman ciudades flotantes de hasta 500 barcos. Esas armadas que de noche brillan tanto como el alumbrado público de Comodoro Rivadavia, pertenecen un 40% a China, un 20% a Corea del Sur, otro 20% a Taiwan y un 15%… a España, siempre firme. Son barcos «poteros», que con sus luces atraen y capturan más de 500 toneladas/año de calamar Illex argentinus y Loligo. Roban alrededor de U$ 1000 milones/año. Pero además, como los calamares son especies «forrajeras», de las cuales dependen indirectamente los superpredadores valiosos (como la merluza negra austral), son un desastre para el ecosistema pesquero.

La pesca «conservacionista» bajo licencia de Port Stanley, en 2017 generó U$ 228 millones, y el 75% de las capturas fueron compradas por… Sí, adivinó, España. Los «islanders» son súbditos económicos de la monarquía equivocada. Con el Brexit, los reinos borbónicos podrían ponerle tarifas aduaneras a la pesca malvinera. Si esto sucede, Stanley, pragmático, le venderá el calamar a Beijing.

Como escenario de pérdida agravada de soberanía, todo esto es de pesadilla. No sólo la Prefectura necesita los OPV-80. También la Armada. No es tarea para submarinos, como el lamentado ARA San Juan, naves que para ser silenciosas no tienen siquiera armamento de cubierta como para detener a un pesquero. Éste es un momento estúpido, si alguno no la fuera, para cerrar los Astilleros Río Santiago y perder toda la poca fuerza de negociación que nos queda sobre nuestro propio mar.

AgendAR no cree que esto sea un plan del gobierno. No cree que el gobierno tenga planes para el Mar Argentino. China sí.

Daniel E. Arias