La extraordinaria bajante del río Paraná, que desde hace dos meses afecta a toda la cuenca, con niveles que no se registraban desde 2009, sigue sumando problemas en el noreste argentino. Según informes oficiales, desde hace dos meses, la tendencia a la baja es constante y el caudal no crece, lo que genera complicaciones en las actividades económicas que dependen de la hidrovía, sobre todo las portuarias.
En el bastión cerealero del Gran Rosario, donde funciona el polo oleaginoso más importante de la región, hubo buques que no pudieron zarpar con la carga prevista, con las consecuentes pérdidas y los atrasos en la exportación de granos. Pero también otros cargueros quedaron varados por la falta de calado.
La situación descripta impide hoy la navegación de los buques que transportan combustibles hacia el norte provincial y el resto de esa zona del país. La consecuencia es el desabastecimiento del combustible en las pymes e industrias de toda la región comprendida por el departamento de General Obligado, lo que ocasiona severos perjuicios en la economía regional.
AgendAR no puede menos que referirse a un hecho que las crónicas de casi todos los medios pasan por alto: los ferrocarriles del noreste argentino seguían funcionando normalmente, aún cuando disminuyeran hasta el límite las lluvias en Brasil.
Es uno de los costos ocultos que paga nuestro país por abandonar la extensa red ferroviaria que lo cruzaba.