Hace falta decir que las medidas que publicamos aquí, como las que aparecen en otros medios, están sujetas a cambios. La «mesa chica» económica las está definiendo ahora, sujeta a todas las presiones nacionales e internacionales que tienen el poder suficiente para hacerse oír. Y Macri deberá aprobar la lista final.
Pero el objetivo inmediato de Macri está fijado por lo que ya hizo y lo que puede hacer: desde que asumió, ha recurrido a endeudarse. Y ahora, sólo el Fondo Monetario Internacional puede prestarle el dinero que necesita para cumplir sus compromisos. Esto se lo hizo ver Dujovne antes que ningún otro funcionario, y por eso es él quien se reunirá con Christine Lagarde para presentarle el plan de ajuste.
El gobierno Macri ya no se dirige a «los mercados». Los fondos de inversión se han retirado, o están por hacerlo. Ciertamente no prestarán un centavo más. Hay que convencer a los técnicos del Fondo.
El ajuste adicional que el Gobierno espera anunciar el lunes será de al menos $ 100.000 millones. Así, la cuenta total del recorte para el año próximo alcanzaría los $ 400.000 millones, lo que llevaría el déficit fiscal -si la recaudación no se derrumba- al 0,4%, un número sustancialmente inferior al 1,3% que se había acordado al comienzo.
El Ejecutivo nacional se prepara para reducir el rojo en sus cuentas en $ 300.000 millones. Los otros 100.000 millones son los que tendrán que asumir las provincias, negociación que, dice el gobierno, se encuentra encaminada.
Con esta nueva meta de déficit fiscal el Gobierno busca conformar al FMI en la renegociación del acuerdo que suscribió en junio por US$ 50.000 millones. Y con lo que obtenga espera dejar atrás la desconfianza, y su consecuencia, la escalada del dólar.
Hay escepticismo en muchos, y lo expresó con agudeza el economista Guillermo Nielsen «Si no pudieron pasar la primera revisión del FMI, ¿porque cumplirían algo más duro?».
El hecho es que una porción considerable del ajuste ya se hizo. Gran parte de los egresos del Estado Nacional son en pesos -sueldos, jubilaciones- y en lo que va del año el tipo de cambio subió más del 100%. Eso licuó esos gastos en valor dólar, lo mismo que ocurrió en 2002.
Otro elemento clave es que la dura realidad ha hecho mucho por destruir el dogmatismo «anti retenciones» de Macri. Dogmatismo que no comparte en el FMI, ni tampoco algunos economistas destacados cercanos a Macri.
Como el ex presidente del Banco Nación, Carlos Melconian, que señaló que habría que imponer retenciones ‘temporales’. Y Juan José Llach, del IAE Business School, afirmó que hay que gravar de forma extraordinaria, vía ganancias o ingresos, a los sectores a los que la devaluación les genera un ingreso extraordinario.
La devaluación del 40% del dólar en agosto y del 100% nominal en el año mejoró sustancialmente la situación de los sectores más competitivos -estiman cerca de Dujovne- como los exportadores de commodities, economías regionales y algunos sectores industriales.
El sector fabril pagaba retenciones del 5% durante la gestión kirchnerista, y en las medidas que se barajan, volvería a estar incluido.
Tal vez la medida más significativa que está en estudio es el abandono del tipo de cambio flotante por un sistema de bandas. Se dice que el F.M.I. lo favorece, y aparece como un paso prudente en estas circunstancias. Pero… no está claro cómo se aplicaría.