La intención de los bancos de securitizar los créditos UVA -es decir, transformar los paquetes de deudas hipotecarias en un bono que se negocia en el mercado- está chocando con la caída de los salarios, el aumento de la inflación y la suba del dólar. En los bancos privados que los otorgaron ya miran con lupa el historial de los tomadores para ver cómo será el flujo de fondos que les permitirá emitir deuda para «calzar» esos préstamos.
El Gobierno se preocupa que los privados dejen de ofrecer créditos hipotecarios, agrandando la cartera en UVA de los bancos públicos, a quienes cada vez mas se les complica apalancarse con plazos fijos atados a ese indicador.
Lo que desvela a los analistas de riesgo crediticio de los bancos es la tenencia de activos que si bien por ahora son cobrables, pueden dejar de serlo en el mediano plazo. Y es que por la devaluación y la inflación, la carga para los deudores creció hasta un 70% para quienes lo sacaron en 2016. En ese contexto, recomiendan a los bancos que ofrezcan como parte del acuerdo un seguro de cambio para los clientes.
Desde el otro lado, el temor de los que tomaron créditos indexados por UVA es -además del inevitable aumento de las cuotas, por supuesto- que con la securitización las hipotecas terminarán siendo vendidas y compradas, y que finalicen ejecutadas por grandes estudios de abogados o aseguradores, como ocurrió en los EE.UU. durante la crisis de hipotecas de 2008.