El Banco Central (BCRA) resolvió mantener sin cambios la tasa de interés de
referencia para la economía en el 60% nominal anual que fijara a fin de agosto y ratificó lo que había anticipado hace algunos días: no planea recortarla «al menos hasta el mes de diciembre».
La decisión la adoptó su Comité de Política Monetaria para «garantizar que
las condiciones monetarias mantengan su sesgo contractivo» y tras comprobar que los
indicadores que consulta para seguir el ritmo de la inflación le muestran «una nueva
aceleración para los meses de agosto y septiembre» impulsada por los aumentos de
tarifas, en el primer caso, y por el traslado a precios del salto del dólar en agosto, que en
ese mes se encareció más del 22%.
El BCRA reiteró su compromiso a seguir monitoreando el comportamiento de la
inflación en los próximos meses y su decisión de «introducir acciones correctivas, en
caso de considerarlas necesarias».
El mantenimiento de la tasa de referencia de la economía (desde hace dos mese definida
por la que le paga a los bancos por comprarle sus Letras de Liquidez -Leliq-) en el nivel
actual le pone presión a una cadena de pagos que ya operaba bajo stress desde hace
meses.
De hecho en los últimos días comenzó a notarse el derrame que la suba del 45 al 60%
dispuesta por el BCRA el 30 de agosto (en una reunión extraordinaria) comienza a tener
sobre el resto de las tasas.
En resumen: el Banco Central -el gobierno- están dispuestos a seguir con un nivel de tasas que hace imposible el financiamiento normal a las empresas, con tal de moderar la inflación. Ahora, los hechos han demostrado que la inflación sigue alta y se acelera. Aparentemente, hay otras causas, que no son afectadas por el nivel de tasas.
¿Hasta cuándo el dogmatismo teórico impedirá enfrentar esta realidad?