El gobierno de Trump anunció más gravámenes de 10% a productos chinos por un valor de u$s 200.000 millones. En respuesta, Xi Jinping restringe importaciones de bienes estadounidenses por u$s 60.000 millones.
El presidente estadounidense escaló un peldaño en la confrontación comercial con Beijing, al anunciar nuevos aranceles a las importaciones desde China por u$s 200.000 millones.Los nuevos aranceles entrarán en vigor el próximo lunes, 24 de septiembre, dijo Trump en un comunicado.
En respuesta, China anunció ayer «represalias» por u$s 60.000 millones. El rango de los aranceles chinos, también a partir del 24/9, se ubicará en entre 5 y 10%, en lugar de las tarifas anteriormente propuestas de 5, 10, 20 y 25%, dijo el Ministerio de Finanzas chino en su página web.
El anuncio de Beijing dice: «Para proteger sus derechos e intereses legítimos, así como el orden mundial del libre comercio, China se verá obligada a tomar medidas de represalia de manera recíproca».
Trump había intimado a los dirigentes chinos a no reaccionar. «Si China toma medidas de represalia contra nuestros agricultores o contra otras industrias, vamos a seguir inmediatamente con la fase tres, con aranceles en aproximadamente 267.000 millones de dólares de importaciones adicionales«, advirtió.
Si se llega a esta fase serán todas las importaciones desde China que estarán sujetas a medidas proteccionistas de Estados Unidos.
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La administración Trump, que cerró a principios de septiembre las consultas públicas, decidió excluir algunos productos de consumo masivo del arancel de 10%, como los relojes conectados, productos textiles y agrícolas o las sillas de autos para niños así como los cascos de protección para los ciclistas, explicaron responsables estadounidenses en conferencia telefónica.
Trump dijo que China se ha negado a cambiar prácticas comerciales injustas que perjudican a las empresas estadounidenses y a sus trabajadores. «Durante meses hemos urgido a que China cambie estas prácticas injustas y que dé un trato justo y recíproco a las empresas estadounidenses», dijo Trump en un comunicado.
Según Trump, los nuevos aranceles harán que «ingrese mucho dinero en las cajas de Estados Unidos». El presidente estima que los aranceles -no sólo a productos chinos- colocan a «Estados Unidos en una posición de negociación muy fuerte, con miles de millones de dólares y trabajo fluyendo a nuestro país. Y aún así, el aumento de costos ha sido casi imperceptible».
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Donald Trump exige de Pekín que reduzca en 200.000 millones el déficit comercial con Estados Unidos abriendo aún más su mercado a los productos estadounidenses.
Imponer aranceles de 10% en un primer momento -en vez del 25% que Donald Trump había pedido a su administración que estudiara- podría percibirse como un gesto de apertura relativo luego de que el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, contactara a sus homólogos chinos para reanudar las negociaciones.
Además de los aranceles al acero y el aluminio, de respectivamente 25% y 10% impuestos en nombre de la protección de la seguridad nacional, Washington impuso durante el verana aranceles de 25% a 50.000 millones de dólares de productos chinos para compensar un «robo» de propiedad intelectual.
La administración Trump se queja porque a cambio de un acceso al mercado chino, las empresas estadounidenses se ven obligadas a compartir con sus socios locales una parte de sus conocimientos tecnológicos.
Para cambiar esta práctica, Donald Trump ya había amenazado con imponer aranceles a la totalidad de los más de 505.000 millones de dólares de importaciones chinas.
«Esperemos que esta situación comercial se resuelva, en última instancia por mí mismo y por el presidente Xi (Jinping) hacia quien tengo un profundo respeto y afecto», declaró Trump.
El Tesoro estadounidense advirtió en varias ocasiones que la mayor amenaza para el crecimiento económico de su país era una guerra comercial. Pero este conflicto parece de momento tener poco efecto en la primera economía mundial aunque las medidas de represalia se sienten en algunas regiones y sectores de actividad.
De lo que no nos cabe duda es que los argentinos debemos prestar una cuidadosa atención al enfrentamiento comercial entre la potencia hegemónica del hemisferio y quien es nuestro segundo cliente en importancia. Y el principal cliente del primero, Brasil.
¿Tiene que ver con este conflicto que la soja cayó a su menor valor en una década? No lo sabemos, pero es una indicación que no podemos pasar nada por alto.
Y es cierto que la visión optimista de Jorge Castro, que reproducimos aquí -piensa como Kissinger que no los intereses estratégicos de ambas potencias no tienen porqué chocar- parece desmentida por la escalada. Como ya señalamos, este gráfico indica lo que preocupa a Trump. Y a otros.