Una noticia triste: el astrónomo Marcos Machado, director científico de la CONAE, Comisión Nacional de Actividades Espaciales, y uno de los héroes desconocidos para el público del sostenido esfuerzo que le dio a la Argentina el lugar que tiene entre las naciones en capacidades orbitales, ha muerto en Buenos Aires, a los 69 años.
Queremos compartir con los lectores de AgendAR las palabras que le dedica Nora Bär en La Nación.
«En 1987, una delegación de la NASA llegó a Buenos Aires para tomar contacto con un puñado de científicos que estaban intentando desarrollar un satélite made in Argentina. Entre los siete «aventureros» que darían el puntapié inicial a la actividad satelital en el país, estaba el astrónomo Marcos Machado.
Recibido en la Argentina, y formado más tarde en Francia y los Estados Unidos, donde trabajó en proyectos espaciales de la NASA, Machado, animado por una pasión y un idealismo inagotables, decidió volver al país a principios de los 90 para construir aparatos capaces de auscultar el territorio y enviar desde el espacio valiosa información para prevenir emergencias y como insumo de distintas actividades.
«Todo surgió en una cancha de fútbol del [Centro] Goddard», recordó alguna vez, con su habitual sentido del humor, el que hasta el jueves último fue director científico de la Conae: en una charla después de un partido, Mario Acuña, otro argentino que trabajaba en la NASA, le propuso hacer un satélite.
Lo que siguió fue una epopeya que combinó dosis equivalentes de pericia técnica, audacia y talento, y que a él y sus colegas les hizo vivir historias impensadas, como mantener dos trabajos porque ganaban algo más de 300 dólares mensuales o tener que dormir en la embajada argentina en Washington para ahorrar en alojamiento.
Machado tuvo tres hijos: Mercedes, Marcos y Matías. «Era tan discreto, que a veces nos enterábamos por otros de lo que lograba», recuerda Mercedes. Aunque tenía cáncer desde hace dos años, siguió yendo a su oficina como de costumbre. Y hasta participó de la última reunión de Directorio.
«Me acuerdo de que cuando lanzaron el Sputnik I, yo tenía ocho años -recordó Machado en una entrevista-. Ese día le pregunté a mi viejo, que era matemático, cuándo la Argentina iba a construir un satélite. Él me contestó ‘Lo más probable es que se lo compremos a los que saben hacerlos’. Eso me quedó grabado. Me dije que no podía ser, que teníamos que lograrlo. Para mí, fue el sueño del pibe.»