Mientras INVAP recibía su premio Kónex número n (esta vez “el de Brillante”), uno de sus fundadores, el Dr. Horacio Osuna, presidente emérito, dio su discursito de despedida a la empresa. Resumió en un minuto y medio más de 64 años de trabajo en el Programa Nuclear Argentino, 40 de ellos en INVAP, y de ese brevísimo discurso quedan dos ideas motrices:
- INVAP se propuso construir un país
- No somos Gardel (los de INVAP), somos gente común con principios éticos
A Horacio lo conozco poco y desde hace mucho. Pisé por primera vez INVAP en 1987, y ahí estaba con su cara colorada de vasco rubio, tipo más escuchador que hablador, haciendo cosas misteriosas en aquella empresa que cuatro años antes le había comunicado al mundo que Argentina sabía enriquecer uranio. Hoy por menos que eso te mandan a los Marines.
INVAP no logró construir un país. Es demasiado pedirle a una empresa chica que todos los gobiernos desde 1982 en adelante trataron de cerrar casi con éxito. Sólo recibió pedidos de tecnología del estado argentino entre 1974 y 1983, y entre 2002 y 2015. El resto del tiempo, la salvaron:
- Desde 1985, muchas multinacionales necesitadas de tecnología «a medida», varias de ellas estadounidenses, desde fábricas de lavarropas que necesitaban robots a petroleras que necesitaban tecnología de perforación guiada.
- El estado peruano, que le pidió el reactor RP-10 en 1987.
- El estado egipcio, que les pidió otro reactor de radiofármacos en 1996.
- El estado australiano, que les pidió otro más en 2000, muy complejo.
- En 2018, el estado holandés, con otro reactor, el de mayores potencias y capacidades del mundo en su especialidad.
Si INVAP no logró construir un país, lo cierto es que volvió más interesante el que ya existía. Hoy Argentina es el único país del Hemisferio Sur que además de poder enriquecer uranio gana por paliza casi toda licitación por reactores nucleares, tiene todas sus rutas aerocomerciales cubiertas por radares 2D de tecnología propia, y que protege parte de sus fronteras con radares militares 3D también hechos aquí. Es más, diseñó los equipos del SINARAME, el Sistema Nacional de Radares Meteorológicos. Funcionan joya.
Es más, desde 2010 INVAP estaba desarrollando “drones” en la FAdeA (Fábrica Argentina de Aviones), aparatos de uso dual, civil y/o militar, para competir con los EEUU e Israel en ese mercado mundial hoy de U$ 127 mil millones/año, pero también estaba modernizando la electrónica de los viejos barcos de la Armada. Es la única empresa en las Tres Américas capaz de fabricar radares espaciales de apertura sintética como el del satélite SAOCOM 1A, de inminente lanzamiento. Los EE.UU. fabricaron muchos, pero todos en bandas militares X y S. El SAOCOM, en una banda inobjetablemente civil (la L) puede detectar navegación hostil o pesca pirata en el Mar Argentino, pero fundamentalmente, logra detectar y medir el agua bajo tierra. EEUU no tiene nada igual.
INVAP también es la solitaria competidora continental de las firmas aeroespaciales estadounidenses que fabrican satélites geoestacionarios de telecomunicaciones, como los ARSAT-1 y 2. Canadá, pese a ser una subpotencia aeroespacial, se abstiene de hacerlos: son muy complicados. No hay un ARSAT-3 a punto de lanzarse ni un 4 y 5 en diseño, y tampoco un 6, 7 y 8 en estudio porque en 2016 el gobierno del presidente Mauricio Macri liquidó el proyecto de una flota nacional de este tipo de aparatos al toque de asumir, y habilitó 23 satélites extranjeros sobre Argentina, sin la contraprestación legal normativa.
En 2016, cuando Macri rescindió todos esos contratos y aconsejó a INVAP vivir del mercado y no del estado, INVAP logró retener a casi todo su personal pese a que empezó a tener dificultades para pagar sus sueldos. A fecha de hoy, se fueron 47 sobre aproximadamente 1400. Los invapios son como Osuna: no hablan mucho. Se quedan a dar batalla.
Y son persistentes. INVAP ganó este año, por segunda vez, la licitación por el mayor reactor de su historia: el PALLAS, en Petten, Holanda. Había ganado antes (en 2008) pero el proyecto holandés se quedó sin plata (efecto Lehman Brothers) y todo volvió todo a fojas cero. Los derrotados esta segunda vuelta fueron los mismos precalificados de 2008: Rusia y Corea, y la lista de oferentes iniciales es muy larga e internacional. En enero de este año, en Davos, Suiza, el presidente se autoatribuyó esta victoria porque «ahora la Argentina está en el mundo», explicó. ¿En 2008 no estaba?
El Kónex de Brillante este año le cayó a ARCOR, empresa cordobesa con una posición dominante mundial en golosinas, y a INVAP, que pese a los cascotazos no se baja del podio en reactores de investigación, irradiación y capacitación de ingenieros, físicos, químicos y técnicos nucleares. Son firmas muy distintas que lideran mercados incomparables: el de ARCOR es inmensamente mayor. Nadie les regaló sus respectivos dominios. Pero si lo de ARCOR es admirable, lo de INVAP es inexplicable por la resiliencia. Hasta que uno escucha a Osuna despidiéndose de la empresa que fundó -admitido con naturalidad- «para construir un país».
El jurado claramente tuvo que forzar un poco las cosas para volver a premiar a INVAP. La colocó en el rubro “investigación”, algo que la firma barilochense en general no hace. Más bien desarrolla y vende tecnología con la investigación básica y aplicada de la Comisión Nacional de Energía Atómica, y también del resto del arco científico argentino, desde el CONICET a las universidades públicas.
Creo que este Kónex en estos tiempos es un mensaje de advertencia de gente que en muchos casos votó y apoyó y tal vez sigue apoyando al actual gobierno, pero no come vidrio. El mensaje es que INVAP se volvió un emblema nacional. No es un país, pero sí el país posible. No se toca.
Si INVAP logró eso, Osuna se puede jubilar tranquilo. No construyó un país, pero sí la voluntad de no resignarse a volverse un lugar, y de luchar por seguir siendo un país.
En cuanto a que los de INVAP no son Gardel, Osuna también tiene razón en eso: Gardel está lamentablemente muerto, INVAP no.
No llevamos la cuenta de los premios Konex ganados por INVAP desde 2008, pero recordamos el de Mérito, el de Platino y ahora éste, el de Brillante. Con el FMI hoy oficialmente al frente de las finanzas argentinas, si la empresa logra sobrevivir no será gracias a nuestro estado. Todo esto ya sucedió antes y el final es impredecible. Como observó un lector de AgendAR: “El día que hagan el Konex comestible, INVAP se salva”.