A pesar de todo, este sábado se lanza un satélite desarrollado en Argentina

Exitosa prueba de "fuego estático" en el cohete de SpaceX que pondrá en órbita el nuevo satélite argentino

Este sábado 6, antes de la medianoche, sera lanzado al espacio el Satélite Argentino de Observación Con Microondas (SAOCOM), un verdadero «game changer» mundial en observación terrestre.

El satélite ha sido concebido y desarrollado en Argentina, aunque partirá desde la base espacial Vandenberg, una instalación militar estadounidense, ubicada en Santa Bárbara, California. Desde una de sus plataformas de lanzamiento, viajará a bordo de un cohete Falcon 9 de la compañía SpaceX, la empresa del famoso, y hoy cuestionado, Elon Musk.

La particularidad de esta armazón de paneles y antenas que ronda las 3 toneladas y mide 4,7 metros de alto, es que a través de un radar de microondas en banda L (23 cm de longitud de onda), permitirá planificar muy meticulosamente la actividad agropecuaria, anticipar inundaciones, deslaves, erupciones y otros desastres naturales, crear mapas de desplazamiento de glaciares e incluso controlar la pesca ilegal.

La construcción del Saocom 1A -que debería tener un hermano mellizo en órbita para 2019- demandó 20 años para su desarrollado y construcción. Estuvo a cargo de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) junto con organismos y empresas como la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), VENG, INVAP, contratista principal del proyecto.

La «historia oficial», reproducida por los medios, habla de 11 años. Pero al SAOCOM le llevó dos décadas salir de planos y ser disparado al espacio. No es que la CONAE y demás empresas hayan sido morosas. Lo que sucedió es que durante la mayor parte de esos 20 años los sucesivos gobiernos «hambrearon» al proyecto.

Esto explica una contradicción: la tecnología de la «plataforma de servicios» del Sacom 1A ya es obsoleta, pero su carga útil (el radar en banda L y su gigantesca antena) siguen siendo revolucionarios. En la plataforma, el rasgo que muestra la antigüedad del diseño son las pesadas baterías de cadmio-níquel. Si el satélite hubiera sido diseñado hace 11 años, ya hubieran sido de iones de litio, mucho más livianas y con mayor capacidad de carga.

El peso extra de las baterías obliga a disminuir el tamaño de otro componente esencial: la placa fotovoltaica para recargarla. Debido a ello y a la gran potencia de emisión de la antena gigante en banda L, el satélite puede obtener un máximo relativamente bajo de imágenes/día, en el orden de centenares, a diferencia del Alos Daichii 2 japonés hoy en vuelo. Por prestaciones, nuestro Saocom 1A se parece más al Alos Daichii 1, ya desorbitado hace años. Y la JAXA (la Agencia Espacial Japonesa) empezó a diseñar su primer satélite radar L después que nosotros.

Pero la ventaja fundamental del Saocom sobre el satélite japonés, a la hora de vender imágenes, es la combinación de bandas X y L que permite la constelación SIASGE con la Agenzia Spaziale Italiana, que suministra a la misma sus aparatos Cosmo-Skymed. La operación conjunta aúna la resolución prácticamente militar de los satélites italianos en banda X con la penetración de terreno y sensibilidad ante el agua del nuestro.

Hay grandes expectativas entre expertos en prevención y gestión de desastres por un lado, y entre autoridades y empresas del área agropecuaria, por otro. Jamás habremos tenido una imagen tan panorámica del agua sobre y debajo del suelo, en los niveles freáticos. Pero qué nuevos diagnósticos de la superficie podrá dar la constelación sólo se sabrá cuando con la aparición del Saocom 1A éste empiece a existir como tal, y empiecen a detectarse cosas nuevas que no se veían en imágenes ópticas o la de otras bandas de radar. La constelación es realmente una solución en busca de problemas; si hay que tomar otras tecnologías disruptivas como norma histórica.

La antena en sí, con sus 35 m2, es una hazaña de ingeniería espacial a la que por ahora sólo se atrevieron la JAXA de Japón y nuestra CONAE.

Y éste es el primer lanzamiento que concretaría la CONAE en la gestión del actual gobierno.


El Saocom 1A y su hermano el 1B son aparatos de observación no ópticos y activos: no miden pasivamente la luz solar reflejada o la radiación infrarroja emitida por la superficie. Por el contrario, deben «iluminar» la superficie con pulsos de microondas emitidos por el propio satélite, y luego «escuchar» sus ecos y transformarlos en información capaz de generar imágenes. La banda L corresponde a una longitud de onda bastante grande (hasta 30 cm) que requiere de mucha potencia de emisión: de ahí el tamaño descomunal de la antena en la carga útil, o la gran capacidad de baterías en la plataforma de servicios. La contraparte italiana de la constelación, al emitir en longitudes más reducidas, con menor potencia y desde antenas menores, fue un desafío considerable para ASI, que logró resolverlo en 6 años, pero el de la CONAE fue bastante mayor. Eso también explica la larga demora constructiva de los Saocom. Y que sólo Japón tenga hoy un satélite-radar L similar. El máximo constructor mundial de satélites, EEUU, tiene decenas de radares orbitales pero nunca se metió con la banda L.

¿Qué significa esto de tener un satélite que «crea» su propia iluminación de la Tierra? Que se puede observar la misma aún de noche o cuando ésta queda cubierta por nubes de tormenta. De haber sido lanzado antes de 2003 (una de las primeras fechas que no pudieron cumplirse), el SAOCOM 1A podría haberle dado argumentos al Instituto Nacional del Agua para que éste hiciera que el gobernador de Santa Fe dinamitara el viaducto Rosario-Santa Fe. Esa construcción actuó como dique y provocó la catastrófica inundación de esta última ciudad. En aquellos años no había en el mundo ningún satélite capaz de medir la ingente cantidad de agua acumulada por 2 meses seguidos de lluvia en la alta cuenca del río Salado del Norte.

Pocos años después, la contraparte japonesa del Saocom 1A, el Alos Daichi I, salvó una aldea japonesa de montaña de ser sepultada por un deslave, al medir el exceso de agua infusa en las arcillas de la pendiente donde estaba construida. La evacuación preventiva impidió centenares de muertes. La propia JAXA, deseñadora y propietaria del satélite, se sorprendió con esta capacidad de diagnóstico. 

Este equipo brindará a organismos públicos información de incendios, erupciones, terremotos, avalanchas y derrumbes. Pero en el día a día, que no siempre es catastrófico, ofrecerá servicios al agro para el monitoreo de crecimiento de cultivos. ¿Cuánta agua hay en el suelo? ¿Está al alcance de las raíces? ¿Hay que cosechar ahora porque la napa está demasiado superficial, y la primera lluvia puede transformar el suelo en un barrizal? ¿Cuándo es mejor sembrar? ¿Y cuándo fertilizar de modo que el nitrógeno y/o el fósforo se absorban en la tierra, sin peligro de ser lavados por encharcamiento?

Cuando la CONAE lanzó el SAC-C en 2000 el campo argentino todavía no estaba preparado para absorber y utilizar la cantidad de información cientifica que suministró este satélite durante 13 años (debía durar 5, pero estaba muy bien hecho y operado).

Hoy la situación ha cambiado. Las entidades del agro argentino deberían apoyar de un modo material y concreto a la CONAE para que ésta siga diseñando satélites-radar en banda L. Como dijo un climatólogo asesor de la Bolsa de Valores de Rosario: «Desde los ’80 somos LANDSAT-dependientes (por los satélites estadounidenses LANDSAT de observación óptica), pero imágenes de radar en banda L por ahora sólo tienen los japoneses, y su único satélite está ocupado en asuntos de ellos». Los SAOCOM, por défault de las potencias espaciales, obligan al «compre nacional» no sólo al agro argentino, sino al del resto del mundo… durante un tiempo. La audacia de la CONAE al trazar una misión tecnológicamente tan difícil generará un nicho de mercado totalmente nuevo en imágenes espaciales. Y por ahora lo tendrán Argentina e Italia. El creador de todo esto, Conrado Varotto, hoy emérito en la CONAE, le acaba de ganar una vez más al escepticismo de nuestros «colonizados mentales» (palabras de él).

Los nuevos satélites-radar de onda larga que hagamos tendrán que ser totalmente novedosos: los componentes electrónicos con que se hicieron los SAOCOM han desaparecido del mercado hace más de una década.

La CONAE es una de las agencias científicas más afectadas por la poda presupuestaria que informamos hoy en AgendAR.

AgendAR explicó porqué la Argentina necesita el SAOCOM aquí.

VIAClarin