Las idas y vueltas de las variables económicas deja en el camino beneficiados y perjudicados. Si bien la devaluación de 2018, que acumula un 100% desde enero, impacta fuerte en el bolsillo de los trabajadores hay un buen número de empresas que han empezado a percibir beneficios en el nuevo escenario.
Las compañías relacionadas al turismo receptivo, como las de transporte, hoteles o excursiones; y aquellas que exportan productos y servicios son, en principio, las primeras sacarán réditos del aumento de la competitividad. La fórmula es muy atractiva: costos en pesos e ingresos dolarizados.
«El turismo tiene la gran ventaja de que no está alcanzado por impuestos extraordinarios como sí ocurre, por ejemplo, con las retenciones al sector agrícola, que también es otro rubro que se beneficia con la devaluación y más teniendo en cuenta la excelente cosecha que se viene», analiza el economista José María Segura, socio de la consultora PwC.
«Es notoria la creciente recepción de visitantes de países limítrofes que hay en la Ciudad de Buenos Aires. En Posadas, Neuquén o Buenos Aires, destinos en donde tenemos hoteles, el turismo receptivo se refleja rápidamente, mientras que en lugares más alejados el efecto no es inmediato y suele llevar más tiempo», explica Gonzalo Pereira, Gerente de Marketing de Álvarez Argüelles Hoteles, una cadena que tiene treces establecimientos en el país. Con respecto a las expectativas para el mediano plazo, el ejecutivo reveló que «en los últimos meses se produjo un incremento de la ocupación que se ha logrado sostener en este tiempo y el desafío será poder mantenerlo y mejorarlo en lo que resta del año. Estamos expectantes y si bien aún falta tiempo para el verano, creemos que se acentuará el repunte de la pasada temporada».
Las empresas tecnológicas también avizoran un panorama alentador. «En cuanto a los servicios profesionales con mayor grado de valor agregado, como la producción de software, no sólo se vuelven más competitivos por los excelentes profesionales que hay en el país sino también por la baja de los costos. Por su parte, los servicios de atención al cliente son más flexibles ya que, si bien es cierto que ahora las empresas de afuera pueden querer instalarse en Argentina, cuando el tipo de cambio ya no les convenga, van a levantar y se van a ir rápidamente a otro país», agrega Segura.