La pregunta del finde: ¿Porqué las LELIQs?

Como todo el mundo puede saber -recurriendo a Google, sino de otra forma- las LELIQs son las Letras de Liquidez emitidas por el Banco Central de la República Argentina. Son muy parecidas a las famosas LEBACs, pagarés en pesos con interés (alto). Ahora, recordarán que todos estaban preocupados -hasta los funcionarios de este gobierno, un poco tarde- por la deuda pública que representaban esos pagarés, las LEBACs. Y cada martes se abría el suspenso: ¿Renovarán estos pagarés sus compradores, o agarrarán los pesos  e irán a comprar dólares? Eso pasó este año, en un par de oportunidades, y el dólar se fue para arriba. De alrededor de $ 20 a cerca de $ 40.

El BCRA comenzó a emitir LELIQs y otros papeles de nombres raros, para reemplazar parte de las LEBACs, y llevó tranquilidad a la población. Por ahora.

Pero la semana pasada un tuitero -opositor, sin duda- lanzó a las redes sociales la siguiente pregunta:

«¿Alguien puede explicar sencillo y sin que la respuesta sea «porque se la están llevando toda» por qué razón es bueno reemplazar una montaña de LEBACS a 35 días al 47 %, por una montaña de LELIQS ancladas en los plazos fijos, al 74 % a 7 días?»

En AgendAR trataremos de responder en lenguaje llano y sin rigor técnico («Qiero fer una prosa en romanz paladino, en qal suele el pueblo fablar con so vezino...):

  1. Como respondieron varios de inmediato, el dato clave es que las LELIQS pueden ser compradas solamente por los bancos. Como instituciones supervisadas por el Estado, son más previsibles y controlables que los cientos de ahorristas, inversores y especuladores en grandes montos, y las decenas de miles de ídem en pequeños montos, que, con la lógica de la manada, se volcarían al dólar en cualquier momento y por cualquier motivo. Una devaluación en Turquía, una quiebra en Italia, una declaración idiota de un funcionario aquí, …

2. También, con esos intereses los bancos ganan mucho dinero, y pueden ofrecer tasas asimismo altas en los plazos fijos. Y así esa multitud anónima de ahorristas, etc., no se va al dólar.

3. Y lo más importante: No todos en el gobierno son «descerebrados», como los llama otro opositor. Saben que en algún momento esa deuda, que crece y crece a tasas impagables, debe ser reestructurada, y que a lo peor lo tendrán que hacer ellos mismos. Mejor joder a los bancos y no a esa multitud anónima, parte de la cual a lo peor vive en su edificio y le patea la puerta. Le pasó al Mingo Cavallo, sin ir más lejos.

A. B. F.