La curva de la cotización del dólar en Argentina parece un árbol de navidad acostado y con la punta a la izquierda: en general va subiendo, pero tiene picos de altas y bajas cada tanto.
Que el presidente anunció esto, que el Banco Central hizo aquello, que Donald Trump dijo tal cosa… Estos y otros detonantes hacen que la curva suba o baje de repente y en grandes proporciones.
Aunque Argentina pasa por un momento de profunda incertidumbre cambiaria, la volatilidad es histórica y única. Pocos países del mundo han sufrido tantas y tan grandes devaluaciones en los últimos 100 años. Y si alguien hace negocio con esto, son los operadores de los mercados de tipo de cambio a futuro.
Los contratos a futuro son una herramienta común en cualquier país capitalista: se usan, sobre todo, en los mercados de commodities. Pero en ningún país como Argentina —sobre todo en América Latina— hay tanto movimiento de futuros. En especial en cuanto a compra y venta de divisas.
La bolsa de futuros de Rosario, conocida como Rofex, es la segunda más grande de la región después de la Bolsa de Valores de São Paulo, según cifras de la Futures Industry Association, una agrupación de las bolsas que manejan estas herramientas.
Pero en lo que a dólares futuro se refiere, Rofex es la sexta más grande del mundo, solo después de cuatro bolsas indias y una rusa. En la Rofex se firmaron 148 millones de contratos de dólares futuro en 2017 y se espera que este año esa cifra crezca en al menos 20%.
Los contratos de dólares futuro son firmados por dos agentes financieros que, basados en una estimación de lo que será la tasa de cambio, se comprometen a comprar o vender divisas dentro de determinado tiempo.
Una vez se llega a la fecha pactada, uno de los dos tiene que pagar al otro la diferencia dependiendo de si la tasa de cambio subió o bajó. Necesariamente, uno pierde y el otro gana.
«Es un juego que suma 0» dice Macelo Comisso, economista y analista de Rofex. «Porque en el contrato hay dos participantes que tienen exposiciones contrapuestas. Y funciona porque es que una manera de distribuir los riesgos en una economía».
Con los futuros, los productores pueden estimar qué espera el mercado de ellos: «Hace que la economía sea más eficiente, porque permite una repartición de los factores de la producción», dice Diego Fernández, gerente de Rofex.
Aunque una parte de los operadores de este mercado lo hacen a manera de cobertura, otra parte importante vive de la especulación con el tipo de cambio en busca de ganancias netas. E incluso eso, dice Fernández, no es necesariamente nocivo, «porque provee de liquidez y riesgo a las operaciones», dos cosas que se consideran necesarias en el mercado.
«La clave -afirma- es que no hagan trampa: Que, por ejemplo, un funcionario, que tiene información privilegiada sobre lo que va a pasar en el país, entre al mercado de futuros».
- Los contratos a futuro fueron creados por los holandeses durante el siglo XVII en busca de rentabilizar las cosechas de tulipanes. La primera bolsa de futuros se creó en 1967 en Osaka, Japón, para el mercado de arroz.
- A Argentina llegó en 1909. Fue creado dentro de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Rofex, una empresa privada cuyo mayor accionista es la Bolsa de Comercio de Rosario, es el escenario de dos tipos de negocios de contratos de futuros: los derivados agropecuarios (que van desde la soja hasta el maíz) y los financieros (en donde el dólar es el principal atractivo).
«Este año, de por sí, hemos tenido niveles muy altos de flujo», dice Comisso. «Estamos en records históricos, porque obviamente la volatilidad (cambiaria) aumenta la demanda de cobertura».
Cada vez que el dólar salta, los traders de los bancos más importantes del mundo que operan en Argentina —financieros que saben de política y números, que viven estresados y pegados a las noticias— hacen sus cálculos y se lanzan al mercado de futuros con tal de obtener ganancias o recuperar las pérdidas de sus clientes.