El derrame en Vaca Muerta: que pasó

El viernes 19 de octubre ocurrió un derrame de petróleo de «shale» -roca de esquistos- que afectó 45 hectáreas. Pasó en uno de los yacimientos de la formación Vaca Muerta: Bandurria Sur, en la “Caverna 26”. Un pozo exploratorio, vertical, de unos 3 mil metros de profundidad. Estaban extrayendo pedazos de roca, muestras testigo. Y vino el blowout, el derrame incontrolable de gas, petróleo y lodo.

Por más de una semana, los medios nacionales no tomaron nota. La Patagonia es inmensa, y poco poblada. Finalmente, medios patagónicos y AgendAR (ver aquí) informaron sobre el tema y el periodismo gráfico puso su atención en el suceso. Aunque todavía poca en las consecuencias ambientales.

Ahora, 120 personas están trabajando para mitigar los daños e investigar los motivos. Pero en Argentina no hay suficiente experiencia con estos eventos en formaciones de “shale”, las que se explotan en Vaca Muerta. Ampliaremos aquí con elementos basados en los procedimientos de «fracking», la geología del terreno y accidentes similares en EE.UU.

Los lodos de perforación suelen ser arcillas bentoníticas inyectadas a presión desde la superficie. La compresión las hace pasar de su estado plástico habitual a un líquido de viscosidad media. En lo más profundo del pozo, el flujo de arcillas acciona una turbina que hace rotar los cabezales de perforación, endurecidos con diamantes para morder y triturar la roca. La bentonita lubrifica y enfría los trépanos, y en su camino de retorno hacia la superficie, por los laterales del pozo, remueve el cascajo generado.

El agua es necesaria para generar ondas de choque desde la superficie usando motores diésel de tamaño naval. La onda viaja hasta la formación para fracturar «el shale» en las profundidades. Este manto de roca esquistosa tiene apariencia sólida a la vista y al tacto, pero no lo es. Los impactos hidráulicos crean miles de grietas, y éstas se comunican entre sí y se conectan con los billones de poros microscópicos llenos de gas y/o petróleo que tiene la roca. De este modo se logra por fuerza bruta que roca aparentemente impenetrable libere sus gases y líquidos, y se vuelva tan conductiva a su pasaje como las formaciones convencionales de rocas porosas. Los surfactantes ayudan a recuperar el petróleo más denso y pegajoso, y la arena se incrusta en las fracturas para que la enorme presión ejercida por (en este caso) 2,9 kilómetros verticales de roca no las vuelva a cerrar.

Lo notorio es que una vez muy fracturada, una delgada formación de esquistos de grano cerrado conduce líquidos casi tan fácilmente como un caño. La transición puede ser brusca, y la alta presión hidrostática de las profundidades sorprender al equipo de perforación con una surgencia súbita o «blowout» mientras está tratando de coronar el pozo con una válvula, e incluso arrancarla cuando ya está puesta. Desde fines del siglo XIX, los blowouts han matado a miles de obreros, técnicos e ingenieros petroleros en los países petroleros. Suelen ser más intensos cuanto más profunda es la formación, sea convencional o de «shale». Y con el «shale», una surgencia está facilitada porque el uso de agua es 100 veces mayor en volumen que en un pozo convencional vertical.

La Argentina no tiene mucha experiencia en «fracking», aunque entre 2003 y 2004 INVAP, en colaboración con la Universidad Nacional de Córdoba y por contrato para la empresa San Antonio Pride, desarrolló los primeros sistemas de perforación horizontal y construyó los primeras unidades de fracturación hidráulica del país. El químico argentino Gustavo Bianchi, previamente a cargo de desarrollos tecnológicos en la Comisión Nacional de Energía Atómica y luego en YPF, fue declarado uno de los «10 hombres del año» por el diario La Nación, por su dirección de los equipos humanos que desarrollaron aquellos «fierros», entonces muy sorprendentes.

Gracias a ellos San Antonio Pride (comprada por capitales texanos a Pérez Companc) duplicó el valor de su stock accionario entre 2003 y 2004, y por ello fue comprada a su vez por la división petróleo de General Electric.

Eso sucedía mientras en la frontera entre EEUU y México decenas de petroleras emergentes entraban en operaciones con desarrollos tecnológicos similares a los de INVAP-San Antonio Pride. Estos hicieron que 10 años después EEUU pasara de mayor importador de petróleo del planeta a exportador de volúmenes tan grandes como para deprimir los precios mundiales del crudo, algo que lograron desde 2014. Aquí, en cambio, esa tecnología no se empleó. Sin embargo, en los primeros acuerdos de concesión de Vaca Muerta, la 3ra. reserva de gas y petróleo «shale» del mundo, las petroleras multinacionales nos cobran la transferencia de una tecnología que nuestro país domina al menos desde 2003, porque es uno de sus inventores.

Derrame de Petróleo en un pozo de YPF a 11 kilómetros de Añelo, provincia de Neuquén.
fotos Emmanuel Fernández

La zona del accidente está a 11 kilómetros de Añelo y a 100 de Neuquén capital. Fue un blowout típico en una explotación por hoy, atípica. Sucedió durante el proceso de perforación que ya alcanzaba los 2900 metros de profundidad. Casi 30 cuadras bajo tierra.

El viernes 19 a la medianoche los trabajadores estaban ocupados en una peligrosa operatoria de colocación de corona en la parte más alta de la estructura metálica del pozo, cuando este expulsó una poderosa columna de gas. A continuación le siguió el spray y el descontrolado derrame de crudo y lodo. El pozo siguió lanzando material por espacio de 36 horas hasta que los especialistas lograron ubicar una válvula de control después de tres intentos fallidos.

Por más de una semana no hubo informes oficiales acerca de las dimensiones de la zona abarcada. Estimaciones de Greenpeace y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) indicaron que el derrame había “impactado directamente” sobre 85 mil metros cuadrados -el equivalente a 10 canchas de fútbol- y que había alrededor de 77 hectáreas contaminadas.

  • Desde la provincia de Neuquén confirmaron este miércoles que el número es 45 hectáreas.

La Subsecretaría de Ambiente de Neuquén envió drones para cuantificar los daños. “La superficie total donde el hidrocarburo tocó el suelo natural y el de la locación es de 45 hectáreas”, indicó el subsecretario de Ambiente provincial, Juan de Dios Lucchelli.

“YPF informa que los máximos responsables de la compañía en materia operativa y ambiental se encuentran abocados a coordinar las tareas, junto con las autoridades provinciales, para llevar adelante los trabajos de limpieza y remediación de la zona afectada por el derrame”, indicó la compañía en su último comunicado.