Tips para desactivar la «bomba» de la tarjeta de crédito

Lo mejor es frenar la pelota a tiempo, analizar los números de la economía familiar y/o
personal y tomar las medidas necesarias para ordenarse con un plan financiero
sustentable.

Las tarjetas de crédito en este tipo de contextos de inflación y pérdida de poder adquisitivo pueden ser las grandes salvadoras -si se las usa con mesura- o pueden ser la piedra que nos hunda definitivamente.

La morosidad general con tarjetas de crédito empezó a subir, aunque se mantiene en niveles acotados, que según datos estadísticos del Banco Central es de 3,2%. Este porcentaje no es alto especialmente si se lo compara con mercados más maduros, justamente por la escasa bancarización local. Como la tendencia va dibujándose hacia
arriba algunos bancos -no todos-rápidos de reflejos subieron el porcentaje de monto mínimo que hay que pagar todos los meses por el consumo con tarjeta.

  • Es decir financian menos. De un tradicional 7% a 10% algunas entidades y para algunos segmentos de clientes lo llevaron a casi 25 por ciento.

Lionel Baragaño, gerente de Productos Activos y Medios de Pago del Banco Itaú, cuenta
que la estrategia del banco en estos momento va por la prevención. «Se está actuando en
forma temprana al detectarse la falta de pago en los primeros días pasado el vencimiento. Se consulta al cliente el motivo y se trabaja en conjunto para determinar cuál es la cuota que podría afrontar para ofrecer una solución acorde con el cliente».

«La tarjeta de crédito es un producto crediticio de gran aceptación, pero su gran desventaja es que tiene tasa de interés variable y en tiempos de alta volatilidad financiera la tasa que impacta en la refinanciación del saldo aumenta mucho y muy rápidamente», define Alejandro Cosentino, CEO de Afluenta, una de las fintechs que está operando localmente con créditos P2P y un «viejo» conocedor del mercado financiero y de tarjetas de crédito.

Desarmar la bomba
«A partir del segundo trimestre del año la preferencia de los clientes comenzó a
inclinarse hacia la ‘Consolidación de deuda/ refinanciación de la tarjeta de crédito»,
cuenta Cosentino respecto de los destinos principales para los cuales los clientes de
Afluenta tramitan un préstamo. «Pasó a ocupar la segunda posición, detrás de refacción
de vivienda, con un porcentaje total del 20,16% desplazando a un destino tradicional
como ‘compra o arreglo del auto'».

En las entidades bancarias los créditos personales con tasa preferencial, es decir, para sus «mejores» clientes parten de un interés anual del 60%/65%, de ahí para arriba.

Siempre hay que mirar la columna que dice CFT (Costo Financiero Total), que es donde
están incluidos además de la tasa de interés los gastos y los impuestos. Sea en el banco o
en una plataforma online, el costo siempre será menor que el 130% de la tarjeta de
crédito y a más largo plazo (24/48 meses).

Da certeza, y reduce el estrés financiero: eso sí tiene que venir con un cambio de hábitos.
«Nuestras tasas comienzan ocho puntos por debajo de las instituciones bancarias
tradicionales, y muy por debajo de las financieras», dice el CEO de Afluenta. Bruzzo,
señala que «los clientes de Moni pagan un promedio de TNA del 69% y una comisión
por uso de la plataforma, que en el caso de los préstamos en promedio es de $500 que se
abonan con la toma de un crédito.

Los bancos también acompañan a sus clientes en el proceso de consolidar deudas, y como en todos los casos la tasa de interés que se aplicará dependerá del scoring o la trayectoria de ese cliente, del tipo de ingreso que tenga (relación de dependencia o independiente), si cobra su sueldo en el banco y, obviamente, el monto a solicitar.

Comparar opciones, no casarse con la primera alternativa, y sacar cuentas de los costos
totales (no solo de los que aparecen en la publicidad) es el mejor camino para sanear la
economía.

VIALa Nación