El Gobierno alemán que dirige la canciller Angela Merkel expresó su disposición a continuar con su programa atómico con Brasil y con el suministro de barras de combustible nuclear, una vez que Jair Bolsonaro, considerado en Alemania como un populista de ultraderecha, asuma la presidencia del país latinoamericano.
«Ni desde el punto de vista de la política exterior ni desde el punto de vista de la política energética existe la necesidad de anular o de modificar el acuerdo», señaló el secretario de Estado de Economía alemán, Ulrich Nussbaum, en una respuesta gubernamental al partido de la oposición Los Verdes.
Según Nussbaum, a pesar de la decisión de Alemania de llevar a cabo un apagón nuclear, desde 2011 se han enviado a Brasil 173,7 toneladas de hexafluoruro de uranio enriquecido y barras de combustible con 10 toneladas de uranio.
En el país sudamericano operan en la actualidad dos reactores. El tercero, como el segundo, es alemán, pero está en construcción desde los ’80. En un SIEMENS de 2da generación como los que se cerraron en Alemania. Pero no es imposible que se complete con ayuda alemana, y que haya un cuarto «en conversaciones».
La decisión del Gobierno alemán de proseguir con el acuerdo nuclear con Brasil ha sido duramente criticada por Los Verdes: «Optar por el apagón nuclear en casa, pero llevar a cabo una política exterior que favorece la energía nuclear, incluso con un presidente ultraderechista y racista. Hay que cancelar este acuerdo nuclear de una vez por todas», afirmó Sylvia Kotting-Uhl, presidenta de la comisión de Medio Ambiente en el Parlamento alemán y diputada del partido ecopacifista.
El acuerdo atómico entre Berlín y Brasilia se remonta a una cooperación iniciada en la década de los 70 por el entonces canciller alemán Helmut Schmidt y la dictadura brasileña.
Más allá del debate interno en Alemania, merece la pena destacar que ese país, como los otros proveedores nucleares – confían en las salvaguardias de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC). Es un punto importante a favor de las políticas de Estado sensatas que, a pesar de todo, se han mantenido entre ambos países de la América del Sur.