El periodista Carlos Burgueño publicó ayer una breve lista de las últimas recesiones argentinas. Hoy, que hemos subido como nota de Opinión un diagnóstico muy duro de la actual, resumimos lo que nos parece la moraleja central:
«Los datos oficiales confirman que los argentinos están viviendo la segunda recesión del Gobierno de Mauricio Macri. Y la quinta en 10 años.
De los últimos diez años, la economía argentina habrá caído en cinco.
En 2009 la baja fue de 6%; en 2012 1,1%; 2014 2,6%; 2016 2,2% y en este año 2018 los cálculos oficiales oscilan entre 3% y 3,5%. En todos los casos, las contracciones del PBI fueron producto de dos trimestres consecutivos (o más) de caída en la economía, la definición convencional de recesión.
La primera de esta serie se inicia en 2008, con Cristina de Kirchner en el poder y luego de la irrupción en la economía mundial de la crisis de las hipotecas en los Estados Unidos. A este fenómeno se le agregó una brutal sequía interna, una caída feroz en los precios de la soja y hasta las consecuencias de la Gripe A. Fue, hasta aquí, la recesión más dura (y la más justificada por los factores endógenos y exógenos) de las cinco registradas en el período.
La salida de la crisis (Argentina fue uno de los países que más rápido pudo despegar su economía) fue producto de la decisión de aplicar políticas activas sobre la economía real que aceleraron la reacción del mercado interno».
En el marco de las políticas actuales, se miran con desconfianza las políticas activas y se descarta el efecto dinamizador del mercado interno. La solución obvia pasa por descartar, más temprano que tarde, estas políticas actuales.