Quienes hacemos AgendAR tratamos de mantener un compromiso con los que visitan el portal. No el de ser «neutrales» (ese animal no existe); es el de no permitir que nuestros intereses y convicciones, y el compromiso explícito con la Producción Argentina, nos lleven al engaño. En especial, a nosotros mismos. Es tan fácil convencerse que es cierto lo que uno quiere que sea…
Por eso tratamos de mantener variedad de enfoques en las notas publicadas, y tratar de encontrar noticias favorables aún en momentos como estos. Todas las verdades humanas son relativas.
Dicho esto, tenemos que señalar la grave y peligrosa debilidad del gobierno de Mauricio Macri que ha quedado evidente en estos días. No es una debilidad política. El presidente maneja hoy todas las herramientas, las formales y las informales, que en la Argentina concentra su cargo. Que son muchas.
La oposición, la «dura» y la «moderada» hoy está ocupada en los preparativos del año electoral que empieza. Y, salvo algunas voces aisladas, se muestra satisfecha de esperar las fechas legales para las elecciones.
Las estructuras con capacidad de movilización, los sindicatos y los movimientos sociales, han mostrado en estos años que la ejercen sólo para mejorar sus condiciones de negociación con el gobierno. Lo que es legítimo y sucede, a veces con más violencia, en todos los países modernos.
Y los grupos económicos importantes, aunque han empezado a quejarse en voz alta, no manifiestan, hasta ahora, preferencia por otra alternativa a Macri. La gran mayoría de ellos todavía procura aparecer cercana al oficialismo, en realidad.
Un dato clave: entre esos grupos, los que manejan los dos conjuntos de medios más influyentes, Clarín y La Nación y sus respectivas repetidoras, mantienen un decisivo apoyo a este gobierno. No lo blindan de todas las malas noticias -imposible, en una sociedad con acceso a Internet- pero siempre insisten en que la alternativa a Macri es peor.
¿Entonces? Es muy simple, e irónico: los «mercados» están desestabilizando a este gobierno. Votan contra él, en una forma muy simple e irresistible: no le quieren prestar un dólar, o un euro. El F.M.I. -con el aval de los estados más poderosos- adelanta las divisas que eran necesarias para no caer ya en el default. Y el Estado chino facilita algunos yuans, con la prudencia inserta en su cultura. Pero los capitales privados le han bajado el pulgar.
Esa es la lógica del «riesgo país», que explicamos en detalle hace cinco días, que hoy llegó a 806 puntos. Creemos que es probable que baje. Debe bajar, si los números fríos se imponen sobre el «instinto de manada»: vender porque todos venden. Pero no importará: ya un nivel más bajo -junto a otros errores en la estrategia del gobierno- alcanzó para que la alquimia de los PPP -la financiación privada con garantía estatal- de la obra pública, se mostrara imposible. En un año electoral.
Y fuera del juego inmediato de las tasas y los plazos cortos, esa actitud de los mercados financieros es racional. Es inútil hablar de «incertidumbre electoral»: esos mismos números fríos, los vencimientos del 2020 y posteriores de la deuda pública, hacen inevitable que el próximo presidente, ya sea Cristina Kirchner, Mauricio Macri o cualquier otro, aún si los argentinos eligiéramos a Jay Powell, el presidente de la Reserva Federal, tendrá que reestructurar la deuda.
Esa certidumbre es fatal para un gobierno cuya estrategia central ha sido endeudarse. Y todavía, a menos de un año de vencer su mandato, no encuentra otra.
A. B. F.