Los mercados financieros -para ser precisos, los gerentes de los fondos de inversión y de riesgo, que en conjunto manejan más del 98% de los capitales privados del planeta- creen que en algún momento del año 2020, la República Argentina tendrá que reestructurar su deuda pública. Y tienen razón.
«En un clima de creciente desconfianza, el riesgo país se disparó más de un 140% en 2018 y alcanzó su máximo nivel en cuatro años: 822 puntos básicos. Mientras en la amplia mayoría de los países de la región el indicador que elabora el JP Morgan se mantuvo estable a lo largo de 2018, en Argentina subió 450 puntos básicos. Según los analistas, el margen de más 500 puntos respecto del promedio latinoamericano muestra que, más allá del contexto internacional adverso para los mercados emergentes, el principal problema es la falta de credibilidad de los acreedores en la capacidad de pago argentina pos-2019 por los altos niveles de endeudamiento y el esquema de desembolsos del FMI.
Esta semana el índice del riesgo país siguió creciendo en medio de un creciente rechazo hacia los bonos argentinos que vencen después del recambio presidencial, cuando ya habrán pasado el grueso de los envíos del Fondo pero haya que pagar el préstamo stand-by. El Bonar 2024 cayó 1,2% y el Bonar 2020, 1%, en un día.
La nueva suba de la tasa de interés en Estados Unidos y el fallo de la Corte Suprema a favor de los jubilados, que obligará al Estado a emitir entre $70.000 y $90.000, sumaron más ruido a las preocupaciones ya consolidadas entre los fondos especulativos sobre el programa financiero de 2020 y las elecciones del próximo año. La aversión al riesgo es la tónica en los mercados, y Argentina se subió al podio de los países con peores resultados en 2018.
«En el último año el riesgo país de Argentina se más que duplicó. Sin embargo, el riesgo país promedio de la región permaneció invariable, reflejando que el aumento del riesgo argentino no es por problemas regionales, sino que es consecuencia de nuestras políticas económicas inconsistentes», apuntó en un informe la consultora Economía & Regiones. Y agregó: «El Bonar 2019 (8,7%) y el Bonar 2020 (8,9%) rinden mucho menos que el Bonar 2024 (11,2%), poniendo sobre el tapete que lo poco que se le cree a Argentina es porque están los dólares del FMI detrás. Cuando los dólares del FMI se acaban, el riesgo y los rendimientos saltan».
En concreto, los especuladores financieros prevén una cesación de pagos argentina (y algunos apuestan a ella), o -menos catastrófico- una fuerte caída del precio de los títulos públicos en el marco de un probable proceso de reestructuración de deuda posterior a 2019. No es una fantasía. El informe técnico elaborado por el propio Fondo Monetario en el marco del acuerdo stand by por u$s 57.100 millones marcaba esa posibilidad como parte de un escenario adverso para la economía argentina.
El propio titular de la UIA, Miguel Acevedo, dijo que «Argentina está blindada en el corto plazo y, sin embargo, tiene un riesgo país que está diciendo que no creen que Argentina pueda pagar más adelante».
Es que el inédito nivel de endeudamiento y la liberalización de la circulación de capitales dejaron al país en una situación de fragilidad. Los números son contundentes. Según un informe de la Universidad de Avellaneda, la deuda pública bruta creció 40% desde la asunción de Macri y pasó de representar el 53,3% del PBI al 77,4% en el segundo trimestre de este año, aunque se encamina a terminar 2018 bien por encima. Y el 91% de la nueva deuda fue en moneda extranjera.
En ese marco, y ya sin acceso al crédito internacional, llegó el acuerdo con el Fondo, que garantiza el pago de los vencimientos hasta el fin del mandato actual y deja en una situación muy complicada al próximo Gobierno. En 2021 y 2022, por ejemplo, vencerán alrededor de u$s 50.000 millones y ya no habrán dólares del stand by. Con un riesgo país que excede los 800 puntos, la posibilidad de volver al financiamiento externo es inimaginable y el fantasma de un default se agita entre los acreedores.
La falta de credibilidad es hoy una de las principales preocupaciones del Gobierno, que impacta sobre las decisiones clave de la política económica. El director de Eco Go, Martín Vauthier, lo sintetizó así: «Sin una baja sostenida en el riesgo país y en un contexto de libre movilidad de capitales, la estabilización cambiaria depende exclusivamente de la tasa de interés de corto plazo, que hoy se ubica en un nivel prohibitivo para la economía».
Hace dos días, en AgendAR sintetizamos la situación así: «Los vencimientos del 2020 y posteriores de la deuda pública, hacen inevitable que el próximo presidente -ya sea Mauricio Macri, Cristina Kirchner o cualquier otro, aún si los argentinos eligiéramos para gobernar a Jay Powell, el presidente de la Reserva Federal- tendrá que reestructurar la deuda».