Esta semana se hizo una grave denuncia: «Los residuos tóxicos que general la industria del fracking en Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén, son tratados sin cumplir con las condiciones de seguridad e infringiendo la ley de Medio Ambiente, y generan un basurero petrolero que pone en riesgo el ecosistema patagónico. Los desechos, según denunciaron, son vertidos directamente en la tierra sin un sistema de impermeabilización y de drenaje, y a una distancia menor a la permitida de poblaciones y campos de cultivo».
Ahora, que el autor de la denuncia haya sido la ONG Greenpeace, si bien asegura repercusión, tiende a provocar que los hombres vinculados a la actividad económica la «tomen con pinzas». Para no hablar de los petroleros. Sus invocaciones al acuerdo de París y «un mundo libre de combustibles fósiles”, son dejadas de lado en la práctica por casi todos los gobiernos, no sólo por Trump.
Por eso nos interesó rescatar esta otra denuncia firmada por el periodista Juan Parrilla, en Infobae, hace algo más de un mes. Describe una situación angustiosa en una provincia cercana -Río Negro- pero también en la zona de Vaca Muerta y del fracking:
«Leucemia, viviendas derrumbadas, sonidos insoportables, emisiones de gases tóxicos, gastroenteritis, vómitos, derrames. El relato se repite de vecino a vecino. Solo cambian las formas, pero las vivencias y creencias son similares. Para las petroleras, en cambio, es un ejemplo de una industria que genera unos 3 mil puestos de trabajo en todo Río Negro y que el año pasado le dejó a la provincia 500 millones de pesos en regalías.
Pero lo primero es la realidad en Allen, la capital nacional de la pera, en Vaca Muerta, donde los cultivos de frutas que se consumen en el resto del país conviven con los pozos de fracking. Allen es parte del yacimiento Estación Fernández Oro, en el sector rionegrino de Vaca Muerta. La explotación de hidrocarburos tiene varias décadas en la zona, pero con la irrupción de la técnica del fracking los pozos se multiplicaron en el área, donde el tight gas es la vedette.
La mayoría de los vecinos no quiere hablar, pero la regla tiene varias excepciones. ¿Es posible la convivencia del fracking con los cultivos si el gas y el petróleo pagan 10 veces más por hectárea? ¿Afecta la salud de los vecinos? ¿Y el medio ambiente?
«Simulacros» Los accidentes en los pozos de la zona están lejos de ser una excepción. La sucesión es notable y contrasta con las afirmaciones del gobierno de la vecina provincia de Neuquén, que tras el derrame de crudo que ocurrió el 19 de octubre en Bandurria Sur, informó que desde 2014 no había habido problemas en la «zona».
Esa declaración tenía una intencionalidad: instalar la idea de que en todo Vaca Muerta no hubo accidentes en los últimos años, y así lo comunicó buena parte de la prensa local. Es mentira. En el Observatorio Petrolero Sur armaron una línea de tiempo de los accidentes solo en Allen. En 2014 explotaron dos pozos y otro se incendió y provocó llamas de hasta 15 metros de altura. El 2015 fue el año de los derrames. Fueron cuatro. En uno de ellos, en julio, los fluidos terminaron en una laguna que se conecta con otras que, a su vez, desembocan en el río Negro. La empresa Yacimientos del Sur (YSUR, subsidiaria de YPF) les ofreció a una veintena de vecinos de Calle Ciega 10 una compensación de 44 mil pesos al año, pero les exigió a cambio una cláusula de confidencialidad, la colaboración con la empresa en caso de protestas y la renuncia a nuevos reclamos.
Hubo más incidentes. La mayoría de las veces, según los vecinos, les dicen que son simulacros, lo que contrasta -de acuerdo a esos testimonios-, con la cara de pánico de los trabajadores. La polémica se redobla cuando la encargada de controlar está íntimamente ligada a la industria petroquímica. La secretaria de Ambiente de Río Negro, Dina Migani, fue dueña y trabajó hasta 2014 en Quinpe SRL, una empresa que se dedica al transporte, almacenaje y distribución de productos químicos y residuos relacionados con la extracción de hidrocarburos; y entre sus clientes tiene a YPF, Petrobras, Halliburton, TGS y Schlumberger, de acuerdo a una denuncia por contaminación que presentó este año la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), por pedido del presidente del Concejo Deliberante de Estación Fernández Oro, Claudio Correa.
Contaminación invisible Más allá de los accidentes, la contaminación de los pozos de gas y petróleo muchas veces no se puede ver. Eso es lo que buscó demostrar la ONG Earthworks cuando visitó Estación Fernández Oro con una cámara infrarroja traída desde los Estados Unidos para registrar gases invisibles que son altamente tóxicos y potencialmente mortales, conocidos como compuestos orgánicos volátiles (COVs), entre los que se encuentran benceno, butano, etilbenceno, metano, propano, octano, tolueno y xileno. «Las personas expuestas a la contaminación de COVs que hemos detectado en Argentina pueden sufrir consecuencias a la salud al corto y al largo plazo, incluyendo padecimientos de cáncer», explicó el ambientalista Pete Dronkers, de la ONG.
Cáncer —¿De dónde sos? —De Allen —Yo también. —Yo también. El diálogo, simplificado en este artículo, se dio en una sala de espera de un hospital de Neuquén en la que varias madres se dieron cuenta de que tenían dos denominadores en común: conviven con el fracking y los agroquímicos, y sus hijos tienen leucemia. Entonces surgió una sospecha que luego fue admitida por el ministro de Salud provincial, Fabián Zgaib, a una periodista de Roca, y por su secretario a los vecinos: que en Allen hay al menos 7 casos de leucemia, es decir, entre tres y cuatro veces más de lo que estadísticamente es esperable. Poco después una médica que pidió mantener su identidad reservada engrosó la cifra y le confesó a los vecinos que en realidad eran 12 casos, pero que como la mayoría estaban siendo atendidos en Neuquén, las estadísticas de Río Negro no lo reflejaban. Oficialmente, para la Provincia, hubo cuatro muertes y cinco internaciones por leucemia en Allen entre 2013 y 2017″.
Hasta donde sabemos, lo de Allen no ha tenido repercusión judicial. Pero en Neuquén, la nueva fiscalía de Delitos Ambientales y Leyes Especiales de la provincia allanó la planta de tratamiento de la empresa recolectora de residuos industriales Treater S.A, la denunciada hace pocos días.
El operativo, en el que intervino el Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial, fue autorizado por el juez de garantías Lucas Yancarelli, y estuvo a cargo del responsable de la fiscalía, Maximiliano Breide Obeid. Durante el allanamiento, en el que se hizo una inspección visual pero no se tomaron muestras, los funcionarios secuestraron documentación, tomaron fotografías y grabaron videos.
El fiscal Breide Obeid explicó que los residuos, que entran en forma blanda sólida y líquida, van a piletones donde se mezclan con tierra y una vez que absorben esos residuos van a unos hornos donde se queman. Y señaló que de dos hornos, sólo uno estaba funcionando, y que había “varios piletones al límite”. Y advirtió que “lo que vamos a determinar es si hay filtraciones, si existe la membrana y, si existe, en qué estado está” para determinar “si estamos ante una situación de contaminación ambiental”.
Y este jueves, el gobierno de Neuquén sancionó a YPF con una multa de $ 32.936.690.- por un incidente ambiental ocurrido el 19 y 20 de octubre de 2018 en Vaca Muerta, el derrame en el yacimiento Bandurria Sur del que AgendAR informó en su momento. Y se suspendió en forma definitiva la licencia ambiental para la perforación de los pozos YPF.Nq.LCav-26(h), -27(h), -28(h) y -29(h) en locación 8 del área de concesión Bandurria Sur.
El yacimiento de Vaca Muerta es muy importante para nuestro país. Y, en lo inmediato, para el gobierno representa la única, débil esperanza que el resultado económico de su gestión no sea un completo desastre.
Pero eso no debe impedir que los argentinos tomemos conciencia y exijamos que la explotación se haga sin perjudicar en forma irreversible al medio ambiente. Y, sobre todo, sin enfermar a los seres humanos.