Europa envejece. ¿Y nosotros?

Hace unos 40 años la preocupación central de los gobiernos, instituciones internacionales e intelectuales que publicaban libros y ensayos era la «explosión demográfica» (Más o menos como hoy el calentamiento global). Todavía, la inercia de los prejuicios y los intereses creados agitan ese temor. Pero ya es un problema sectorial: África -sobre todo al sur del Sahara-, la India y países muy pobres con una población femenina subeducada. En el resto del globo, el incremento de la población es muy moderado. Y en algunas regiones, aparece un nuevo temor: la implosión demográfica.

Nos parece interesante acercarles esta nota de Idafe Martín, corresponsal en Bruselas de diarios importantes de América del Sur, que describe con datos el drama europeo de la despoblación. Vale la pena que los argentinos tomemos nota de las implicaciones económicas, geopolíticas y hasta culturales de lo que está pasando. Algunos datos más al final.

«Los europeos tienen cada vez menos niños. Los últimos datos de Eurostat (la Oficina de Estadísticas de la Comisión Europea) registran una tasa de fertilidad promedio en el bloque de 1,6 niños por mujer, cada vez más lejos del 2,1. Este último nivel es considerado imprescindible para reemplazar a la población que fallece, sin tener en cuenta la inmigración.

Francia, un país que desde hace décadas mantiene unas potentes políticas públicas de ayudas a las familias para fomentar la natalidad, es el que más se acerca a ese 2,1 con una tasa de fertilidad de 1,92. Le siguen Irlanda con un 1,81, Dinamarca y el Reino Unido con un 1,79 y Letonia con un 1,74. En Alemania, el país más poblado del bloque, es de 1,59.

Al final de la tabla aparecen los países de la ribera mediterránea: España e Italia (1,34), Portugal (1,36), Chipre y Malta (1,37) y Grecia (1,38).

Estos datos muestran que el muy ligero incremento demográfico europeo se debe solamente a la inmigración. Lo más notable para el furioso discurso xenófobo actual, es que sin los migrantes el bloque estaría perdiendo población. Hace 25 años, cuando los países que hoy son parte de la UE contaban 36 millones de habitantes menos que hoy, nacían al año 6 millones de niños. Este año habrá 5 millones de nacimientos. El 31% de los hogares europeos no tiene hijos y del 69% restante, la mitad sólo tiene un hijo.

Los datos son ásperos pero cuentan historias: las europeas no tienen su primer hijo hasta los 29 años en promedio, y hay un 3% que han tenido a su primer hijo cuando ya superaban los 40 años de edad, sobre todo en los países del sur. Las españolas y las italianas son las europeas que más tarde tienen hijos por primera vez, las que tienen menos hijos y donde hay más madres primerizas de más de 40 años.

Los países del sur del bloque son los que mantienen políticas de ayuda a la infancia y a la natalidad (como jardines de infancia públicos) más débiles. La fertilidad es más elevada en países con menos problemas de acceso a la vivienda y en aquellos en los que hombres y mujeres asumen las tareas del hogar de forma menos desigual.

Varios países del este europeo se están despoblando desde hace años. Sus gobiernos no consiguen o no quieren poner en marcha políticas públicas de fomento de la natalidad, a la vez que son totalmente contrarios a abrirse a la inmigración. Mientras, millones de sus jóvenes (en edad de procrear) han emigrado en los últimos 15 años a las economías de Europa occidental en busca de salarios mejores y más oportunidades para sus hijos.

La oficina de Eurostat asegura que la Unión Europea cierra 2018 con casi 513 millones de habitantes, casi 13 millones más que hace una década, un aumento insuficiente para alimentar el mercado laboral y que además se concentra en unos pocos países mientras otros pierden población rápidamente.

Francia ganó en los últimos 10 años casi 3 millones de habitantes, Italia casi 2 millones y el Reino Unido casi 5 millones. Entre los tres suman más de dos tercios del crecimiento total de la población europea.

Alemania y España sumaron unos pocos cientos de miles. Y varios países sufren una sangría de población. Bulgaria pasó de 7,5 millones a 7 millones en una década, Letonia de 2,2 millones a 1,9 millones, Lituania de 3,2 millones a 2,8 millones, Rumanía de 20,5 a 19,5.

Europa es conocida como ‘el viejo continente’, pero los datos de Eurostat indican que el apodo se empieza a convertir en una realidad objetiva. La edad mediana (mitad de la población por arriba y mitad por debajo) de los europeos es de 42,8 años cuando hace 20 años era de 36 años. Las previsiones estiman que para 2050 podría ser de 50 años. Un salto de 14 años en medio siglo.

Irlanda es el país más joven del bloque con una edad mediana de 36,9 años mientras Alemania e Italia suben esa edad hasta los 45,9 años. Albania, fuera del bloque, dio en 10 años un salto enorme: de 28,9 años de edad mediana a 35,6 años, debido principalmente a la fuerte tasa de emigración de su juventud.

Los datos muestran que Europa es cada vez más el continente de los viejos y que si las tendencias demográficas no cambian radicalmente la situación será peor en el futuro. En la UE ya hay más mayores de 65 años (92,2 millones) que menores de 15 años (79,1 millones).

Los menores de 15 años suman apenas el 13,1% de la población alemana y el 14% de la italiana. En 2050, si siguen las tendencias actuales, uno de cada tres europeos tendrá más de 65 años y sólo uno de cada ocho será menor de 15 años.

El problema es estructural y una amenaza para todas las economías europeas pero está fuera de las agendas políticas. La Comisión Europea aconseja aumentar la participación de las mujeres en el mercado laboral, mejorar las políticas de conciliación y las ayudas al fomento de la natalidad Para sostener los mercados laborales y los sistemas de pensiones apuesta por retrasar la edad de jubilación. Pero informe tras informe advierte que nada de eso será suficiente y que Europa, aunque sus dirigentes vayan en dirección contraria, necesita inmigrantes».

Se puede pensar que es un problema europeo. No es así. La cantidad de nacimientos en Japón será en 2018 el mínimo histórico en 120 años, cuando se comenzaron a tomar estadísticas en el país, informó el Ministerio de Salud nipón. La estimación más reciente de alumbramientos entre enero y octubre fue de 921.000, 25.000 niños menos que en el mismo período del año pasado y el valor más bajo desde 1899.

En realidad, es una situación que enfrentan, o van a enfrentar, todas las sociedades modernas y urbanizadas. Hasta, señalan algunos demógrafos, sería la realidad argentina, sino fuera por la inmigración de países vecinos. Ellos forman familias con una tasa más alta de natalidad.

Un tema para nuestros hijos y nietos. En lo inmediato -para que ellos puedan llegar a preocuparse del tema- debemos buscar los mercados del futuro -además de la muy poblada y ya demográficamente estable China- en la India, el Sur de Asia y el Medio Oriente.

VIAClarín