Ya con los datos de 11 meses, y con sólo tres días hábiles que restan de diciembre, se puede confiar en los pronósticos que afirman que la inflación de este año oscilará alrededor del 47, el 48%. Aquí el periodista Mariano Cuparo Ortiz cuenta la historia de este «annus horribilis».
«Hay que empezar antes, el 18 de octubre del 2017, con la ya célebre foto del ex presidente del BCRA y su vice, Federico Sturzenegger y Lucas Llach con un cartel de fondo anunciando oficialmente la meta de 10%, para alcanzar el milagro de una inflación por muy por debajo del 20% que no se logra perforar desde alrededor del 2007.
Continúa con la también inolvidable conferencia de prensa del 28 de diciembre de 2017, cuando Sturzenegger quedó relegado a un segundo plano y el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, anunció que la nueva meta era de 15%. Aquel momento promete quedar en la memoria, por la fecha coincidente con el Día de los Inocentes y porque marcó el primer punto de quiebre, aun con el 2018 sin empezar.
Enero arrancó con niveles de inflación similares a los del 2017, de hecho fue el mes más bajo del año con 1,8%. En febrero, marzo y abril la dinámica se aceleró por los precios regulados. Fueron meses de 2,4%, 2,3% y 2,7%, respectivamente. Las subas de la electricidad, del gas y de los boletos de colectivo y tren… En ese punto el entonces secretario de Política Económica, Sebastián Galiani, afirmó que el Gobierno esperaba “una baja considerable a partir de mayo”.
Ahí fue la historia de la corrida cambiaria que arrancó a fines de abril y llevó a la cotización del dólar a una suba que superó el 100%, que disparó a los precios mayoristas por encima del 70% y que empujó al alza del índice de precios al consumidor a rozar el 50% anual.
En julio los precios pegaron un nuevo salto al 3,7%, en septiembre-octubre hicieron picos de 6,5% y 5,4% respectivamente. En diciembre se rompería el piso del 3%, pero el total del año más que cuadruplicará la primer meta del 10%.
Un nivel de encarecimiento de los precios al consumidor que no encuentra antecedente desde 1991, cuando la inflación fue de 84%. Fue el año en el que el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, logró imponer la Ley de Convertibilidad, ancló el dólar y logró convencer a bastantes argentinos que así iba a permanecer. Sucedió tras la dinámica hiperinflacionaria del cierre de los ochenta y principios de los noventa.
La causa fue la de siempre, parece haber coincidencia: una crisis de balanza de pagos. Lo explica el director de Epyca, Martín Kalos: “El 28D fue el primer cimbronazo pero no el más grave ni la explicación. Lo que pasó en abril fue que estalló una bomba de tiempo que es que en Argentina hay un déficit comercial estructural, por las necesidades de importaciones que tiene nuestra economía cuando empieza a crecer. A eso le sumás que en febrero se acabó el financiamiento externo de ese déficit, que el dólar se había apreciado, que la deuda generó intereses crecientes y agrandó el rojo de cuenta corriente y que la fuga era sostenida”.