Seamos precisos: En el casino global que se ha desarrollado durante las últimas décadas, en el cual el apalancamiento ha tendido a sobrepasar el capital y los mercados financieros han tendido a dominar sobre la economía industrial y agrícola, siempre hay quienes ganan.
Porque se puede tomar tomar posición ante cualquier eventualidad concebible: que las acciones o las mercaderías suban o bajen, que los bonos suban, bajen o caigan en default. Un especulador puede acertar, si cuenta con el capital, la suerte y, lo mejor, una buena relación con uno de los managers del casino.
Pero si uno mira al conjunto… The Business Times, uno de los medios especializados en economías del Hemisferio Norte resumía hace dos semanas: «Acciones: mal. Bonos: Meh. Materias primas: Desilusión. El mejor lugar para poner el dinero?: Su colchón» (Si es moneda fuerte, claro).
En cuanto a los mercados emergentes, el 10 de diciembre Ricardo Arriazu, un economista ortodoxo, señalaba “desde febrero, el precio promedio de las acciones en los países emergentes cayó 13,8%, el riesgo país promedio se incrementó 26,2% y las monedas se depreciaron en promedio 5,7%«.
Pero en el caso argentino nos fue mucho peor. El dólar saltó un 105,45% en 2018, mayor suba desde el fin de la convertibilidad (un 297,85% desde que Mauricio Macri asumió la presidencia el 10 de diciembre de 2015). La moneda que más se depreció en 2018, después del bolívar venezolano.
Las acciones -el índice Merval- bajaron un 50,2% en el año que se va, y el riesgo país -el índice más preocupante cuando uno está endeudado- se elevó de 351 puntos básicos al comienzo de 2018 a más de 800.
Esto es la descripción. Sobre los motivos, los políticos, los economistas y los medios -entre ellos AgendAR- ya han dicho y debatido mucho. Ahora, cuando ya quedan sólo algunas horas del año, vale la pena marcar algo que no se ha discutido tanto: en los análisis que enfocan la economía global, la mayoría de los que opinan -comprometidos con el «sentido común» impuesto en estas últimas décadas- coinciden en que el rechazo a la globalización y la reivindicación de los intereses nacionales que han surgido con fuerza en varios países en estos años, dificultan el «retorno a la normalidad» de la economía internacional.
En AgendAR creemos que esa «normalidad» está agotada. Y que la economía internacional, y sobre todo la economía argentina, necesitan estrategias que se piensen desde los intereses y las realidades nacionales.
A. B. F.