La noticia aparece en la mayoría de los medios del mundo. Y con razón. Se trata de una decisión clave en la definición de las relaciones de poder en el nuevo gobierno. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, anunció ayer jueves que no vetará la fusión del fabricante nacional de aviones Embraer y el gigante estadounidense Boeing. Y dijo que considera «preservados» los intereses nacionales.
Bolsonaro se reunió con varios representantes de su gabinete para discutir este acuerdo valorado en u$s 5.260 millones, y decidió darle luz verde, según la nota publicada por la Presidencia del República.
Embraer acordó en diciembre pasado los términos por los que venderá el 80% de la compañía de aviación a Boeing. “Los términos aprobados definen la empresa conjunta que comprende las operaciones de aeronaves comerciales y servicios de Embraer, en la que Boeing tendrá una participación del 80% y Embraer tendrá el 20% restante”, dice el acuerdo.
El Gobierno de Brasil posee lo que se conoce como una “acción de oro” en la compañía, por lo cual tiene poder de veto en caso de venta o fusión. Existía la incógnita sobre su uso, ya que había dos posiciones: por un lado la mirada proestadounidense favorable al acuerdo, y la nacionalista atribuida a los militares, que entienden a Embraer como una empresa clave.
El comunicado dice «El presidente fue informado de que fueron evaluados minuciosamente los diversos escenarios y que la propuesta final preserva la soberanía y los intereses nacionales. En ese contexto, no será ejercido el poder de veto (golden share) al negocio».
En AgendAR evaluamos que esta decisión tiene un peso que va mucho más allá de la interna de un gobierno, y también más allá de sus posiciones políticas, porque tiene que ver con la base industrial y tecnológica de una nación. Embraer ha sido por décadas un símbolo de la pujanza del Brasil. Entre las fábricas aeronáuticas del mundo es la tercera en cantidad de entregas anuales de aviones, así como en el número de empleados (en ambos casos por detrás de Boeing y Airbus). Pero en una industria caracterizada por los atrasos técnicos en renovación, Embraer les gana a todos sus rivales: en los últimos 15 años presentó 10 modelos nuevos en tiempo y forma según planes, y tiene fábricas no sólo en Brasil sino en los EEUU y China. “Uma aeronave da Embraer ganha os céus de algum lugar do planeta a cada 10 segundos”, decían desde Bahía a Porto Alegre. Decían.
Este tema fue analizado en julio en AgendAR: Cambio de rumbo: EMBRAER deja de ser brasileña.