Era esperado pero ahora es oficial: finalmente la inflación del 2018 fue la más alta desde la salida de la híper y llegó a 47,6%. Superó los picos anteriores de 41%, que se dieron en 2016 y 2002. En total, en lo que va de la actual gestión, la suba de precios es de 160% y llegará a 245%, según lo que esperan los analistas privados. Es decir que la canasta del IPC más que triplicará el nivel de precios al comienzo de este gobierno.
El índice de diciembre fue de 2,6%. Visto contra los registros de septiembre y octubre es un número menor, pero sigue siendo muy alta. Así, la inflación volvió a niveles del tarifazo de principios de año, pre corrida, y tanto los economistas como el Gobierno esperan que, por las nuevas subas de los precios regulados, continúe como piso en esos niveles hasta abril.
En diciembre los que más pegaron fueron los precios de la salud: hubo subas en prepagas de 8,5% y también incrementos fuertes en los medicamentos. Eso marcó una suba de 5,2% y le agregó 0,53 puntos al número final.
También pegó la suba de los gastos comunes de la vivienda, por el ajuste salarial en los salarios de los encargados de edificio, que agregó 0,58 punto, con una suba de 3%. Los incrementos en telefonía móvil impactaron y, por supuesto, los alimentos.
El Ejecutivo planteó en el Presupuesto 2019 la expectativa de una inflación anual de 23%. Pero el Central no la ha hecho propia. Y los analistas privados ya esperan una por encima de 30%.
Así, la emisión cero, el freno a «la maquinita», incluso para financiar al Tesoro, y la super tasa, no parecen estar alcanzando para moderar la inflación. Sí puede decirse que ha conseguido que no se dispare, en tanto el precio del dólar permanezca estable.
La advertencia hecha por los economistas de distintas escuelas -no los vendedores de optimismo que son consultados habitualmente por los medios- es que el esfuerzo por domesticar la inflación incorporado en el acuerdo con el F.M.I., en la experiencia de todos los países que ensayaron este método, es que, aunque la sociedad lo soporte, da frutos en forma muy lenta y al costo de provocar una profunda recesión.
Como este gobierno está decidido a mantener actualizadas las tarifas de la energía, y necesita hacer algunas concesiones en un año electoral… nos parece inevitable que la inflación seguirá siendo fuente de malestar y rechazo durante este año. Y que el próximo gobierno debe tener un plan previsto, o la realidad lo golpeará duramente.