La rápida visita del presidente Macri a Brasilia es menos y más de lo que se anuncia en los titulares. Menos, porque la arquitectura legal del Mercosur es compleja, las imbricadas economías de Argentina y Brasil mucho más, y no se anunció ninguna medida concreta de cambios.
Y más, porque ambos presidentes confirmaron en conjunto lo que ya se sabía de ellos por separado: están comprometidos con el libre comercio y con el libre movimiento de los capitales. Son globalistas, si se va a simplificar con una sola palabra. Y la buena onda que ambos se afanan en cultivar con Donald Trump no parece ser un obstáculo. La administración Trump habrá abandonado el curso globalista para la economía de los EE.UU., pero no tiene ningún inconveniente, al contrario, que sus estados clientes se abran a sus empresas y a sus productos.
Sintetizamos para nuestros lectores el informe que preparó para Letra P, con su habitual realismo, Marcelo Falak:
«La arquitectura legal del Mercosur hasta ahora impide a sus Estados miembros negociar acuerdos de libre comercio, salvo en forma conjunta por el bloque. La excepción es con los países de la ALADI, Asociación Latinoamericana de Integración, porque es preexistente al Mercosur (Ahí entran los acuerdos con México y Chile).
Macri y Bolsonaro dieron ayer 16 de enero el primer paso para la “flexibilización” del Mercosur, un mecanismo que permitirá a los estados miembros negociar individualmente tratados de libre comercio con otros bloques y países.
Para ello, ambos se comprometieron a «rever el arancel externo común», según consta en la declaración conjunta. Eso llevaría a una mayor apertura del bloque o, si se elimina el arancel común, dejaría de ser una unión aduanera. Pasaría a ser una zona de libre comercio, con consecuencias importantes para la Argentina y sus empresas exportadoras.
Lo que se dice en Brasil es que “no habrá que tomar la posibilidad de negociar (acuerdos de libre comercio) de manera bilateral o en bloque como algo binario. Todas las posibilidades van a estar sobre la mesa”. Ambos gobiernos descuentan que Uruguay y Paraguay aceptarán de buen grado el cambio (Su limitada base industrial, se dice, no sería muy afectada).
El caso argentino es muy distinto. Si Brasil, por ejemplo, hace un tratado de libre comercio con un país extrazona, obligaría a las cerca de 3.000 empresas argentinas que hoy exportan sobre todo bienes industriales a ese mercado a competir con las empresas de ese otro país en igualdad de condiciones. La Argentina pasaría, en tal caso, de ser un “socio estratégico” de Brasil a apenas otro proveedor. Perdería la «reserva de mercado» de la que gozó hasta ahora».
Vale la pena citar aquí algunos números de un informe de la consultora DNI, que dirige Marcelo Elizondo: “Brasil es el principal mercado para las exportaciones argentinas, que llegaron en 2018 a unos 11.500 millones de dólares, 18% del total de nuestras ventas al exterior”.
«Recordemos que Brasil llegó a representar el 25% del total de exportaciones argentinas a inicios de este siglo. Y hace seis años alcanzaba el 21%, cuando compró 17.000 millones de dólares a Argentina”.
Por supuesto, hay que tener en cuenta que se podría dibujar un escenario similar, en reverso, con las empresas brasileñas que exportan a la Argentina. Las nuestras y las de ellos tendrían que competir con las de cualquier otro país. «Y Darwin elegirá entre todas…».
¿Un escenario muy fantasioso, considerando los intereses empresarios en juego, en San Pablo y en Buenos Aires? Citamos un párrafo relevante de la declaración conjunta: «Con relación al Mercosur, los presidentes decidieron trabajar durante sus consecutivas presidencias pro tempore, en 2019, para rever el arancel externo común, mejorar el acceso a los mercados y avanzar en la facilitación del comercio y la convergencia regulatoria. En el plan externo, acordaron impulsar las negociaciones más promisorias ya en curso y evaluar el inicio de nuevas negociaciones con otros socios”.
Una consigna que se escuchó nuevamente ayer en Brasilia fue «Adaptar el Mercosur al siglo XXI». Un comentario sarcástico: «Más bien al siglo XIX. Por lo de las banderas del libre comercio».