Aumento de tarifas: más leña al fuego

(En AgendAR publicamos un número pequeño de notas de análisis económico, si lo comparamos con todas las noticias que tratan de la producción y de las finanzas. Esto es así porque demasiados de esos trabajos son ejercicios teóricos sin conexión con la realidad. Y los otros, tienen inevitablemente un sesgo político que hace que se los juzgue por la posición de sus autores y no por su contenido.

Este breve trabajo es una excepción. Mariano A. Barrera, Pablo Wahren y Alberto Rodríguez, economistas del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas, han elaborado un análisis preciso, que no va más allá de los hechos comprobables, y que puede ser entendido por los legos).

«La inflación alcanzó al 47,6% en 2018, la cifra más alta desde 1991. Las explicaciones tradicionales culpan al exceso de oferta de dinero. Sin embargo, en un año en que el déficit fiscal primario se redujo y la emisión monetaria en términos reales fue negativa, ese enfoque no puede explicar por qué se duplicó la inflación. Una aproximación desde los costos nos puede ayudar a entender mejor qué pasó, qué puede suceder y por qué el aumento tarifario anunciado a fines del año pasado será un factor de relevancia en los precios en 2019.

A partir de los desarrollos del investigador argentino Roberto Frenkel para explicar la inflación en nuestro país, podemos decir que los precios dependen de tres tipos de costos: las tarifas de los servicios públicos, los salarios y el tipo de cambio. Esto es así porque cualquier bien que se comercializa en el país está influido por al menos uno de estos tres factores. Los bienes que se producen localmente abonan por el uso de servicios públicos, pagan mano de obra y compran insumos importados, cuyo valor en pesos depende del tipo de cambio. Asimismo, si los productos tienen por destino al mercado exterior, los precios a los que se pueda vender en el mercado externo determinarán los precios en el mercado doméstico. En el caso de los bienes importados la relación es lineal, a mayor tipo de cambio más altos serán los precios en pesos.

Por último, cabe destacar que el conflicto distributivo en Argentina representa una poderosa fuerza que, en tanto no es coordinada por el Estado, contribuye a sostener la inflación pasada en el tiempo. Este componente inercial es lo que permite explicar por qué hace 8 años que la inflación anual no baja del 23%.

Analizar cómo se comportaron estas variables en 2018 permite dar cuenta de la notable aceleración de la inflación: una suba del tipo de cambio del 114% y aumentos tarifarios del 53,5%. El salario, por su parte, moderó el alza de la inflación ya que apenas avanzó un promedio de 26%. Los ingresos de los trabajadores funcionaron como “ancla inflacionaria”.

Los aumentos de tarifas y otros precios regulados anunciados hasta la fecha acumulan un 41% para 2019 y permiten empezar a proyectar la inflación del año. Nuestros cálculos arrojan que sólo ese factor explica un piso de inflación del 11%. Al impacto directo sobre las boletas se suma el efecto indirecto sobre las estructuras de costos del conjunto de los precios de la economía.

A esa cifra debemos sumarle una variación esperada del dólar de 36% (en base a la cotización vigente en el mercado de dólar futuro a diciembre) y una proyección de aumentos salariales de 25%. De este modo, nuestra proyección inflacionaria para 2019 es del 31,5%. Si estas proyecciones se cumplen, el salario real promedio se reducirá un 5% adicional, profundizando la contracción del mercado interno y la caída de la actividad.

Hacer proyecciones actualmente en Argentina es muy arriesgado por la alta fragilidad externa de nuestra economía. Independientemente del sesgo político, el año pasado todos los economistas estuvieron muy lejos de acertar con la inflación. El motivo es que nadie logró predecir la magnitud de la devaluación, principal factor inflacionario del año, por más que la fragilidad externa argentina ya era muy elevada. A priori, en 2019 no se avizora semejante dinámica en el tipo de cambio porque, al menos en el corto plazo, el préstamo del FMI y las altas tasas del BCRA alcanzarían para pagar las deudas y cubrir los flujos negativos. Sin embargo, según nuestras estimaciones, las cuentas no cerrarían si se repite el nivel de fuga de capitales de 2018 o si se produce una reversión masiva de los flujos de capitales de países emergentes a países centrales.

Predecir variables económicas siempre es tarea difícil, pero, en una economía con un grado de fragilidad externa y apertura financiera como la argentina, resulta temerario. El ejercicio que presentamos supone que no sucederá ningún sobresalto en materia cambiaria y se dará lo que estima el mercado. Lo que es seguro, en un contexto tan incierto, es que el aumento de tarifas no hace más que echar más leña al fuego».

VIAPágina 12