La rotura de un dique de contención de residuos de la Mina Feijão, de la compañía Vale, en Brumadinho, Minas Gerais, Brasil, derramó miles de metros cúbicos de agua y barro tóxico sobre la región, lo que obligó a la evacuación inmediata de pueblos vecinos. El número de víctimas aumenta a medida que transcurren las horas; la Defensa Civil estima al menos 50 muertos y 200 personas desaparecidas. Se trata de uno de los varios miles de diques -el total es impreciso- construidos para contener residuos de explotaciones mineras.
Según el relevamiento nacional de diques elaborado por la Agencia Nacional de Aguas del Brasil (ANA), a partir de informes de la Agencia Nacional de Minería (ANM), el dique colapsado tenía bajo riesgo de accidente, pero un alto potencial de daño. El relevamiento fue difundido en noviembre pasado con datos de 2017, y no incluye el dique de la empresa Vale que se derrumbó en Brumarinho entre los 45 que estaban en situación de riesgo. Y se trata del informe más actualizado sobre el tema.
Ese informe señala que el dique que ayer se derrumbó está clasificado entre los pequeños, con una altura de 40 metros. La empresa Vale tiene seis diques en la región de Córrego do Feijão, todos destinados a contener residuos mineros. Cinco de ellos figuran clasificados con bajo riesgo de accidente y alto potencial de daño, excepto uno, que aparece clasificado con un potencial de daño medio.
El informe muestra que en 2017, en Brasil había 24.092 diques con distintas finalidades, ya sea para acumular agua, desechos industriales o de la explotación minera (como en este caso), o para la generación de energía eléctrica. Un 41% del total de esos diques (9827), son utilizados para irrigación de cultivos. En 2017, la ANA constató un aumento significativo del número de diques relevados, en relación con los 22.920 registrados el año anterior. La agencia de gobierno estima que el número de represas artificiales en territorio brasileño es al menos tres veces mayor al número estipulado.
La tragedia confirma que ese relevamiento, hecho con los recursos del Estado brasileño, ha resultado incompleto. La pregunta que nos hacemos en AgendAR es cuál estamos haciendo en Argentina.