Según una encuesta de la fundación UADE, el 47% de los argentinos que consumieron algún medicamento el año pasado se automedicaron. Lo hicieron sin consultar a ningún médico, basados en que ese producto «lo toman siempre», en la recomendación de un amigo, o por un resultado que arrojó Google.
Se puede ser escéptico de encuestas tan generales. Pero no cabe duda que este resultado coincide con la apreciación general y con las observaciones de los médicos generalistas.
Los medicamentos de mayor consumo son los analgésicos y antiinflamatorios. Los toman 6 de cada 10 argentinos. En segundo y tercer lugar, el 43% declaró haber consumido antibióticos y el 35% antigripales.
Los más consumidos son, precisamente, los que se adquieren sin receta médica. Solamente la mitad de quienes tomaron analgésicos o antiinflamatorios en el último año usaron la prescripción de un profesional (53%), al igual que quienes consumieron antigripales.
El doctor Alejandro Ventura Simonovich, jefe de farmacología clínica del Hospital Italiano, coincide en que la gente toma decisiones por su cuenta y advierte que no todos los medicamentos deberían ser usados sin control.
«Muchas veces los toman por un lapso de tiempo que no es el correcto, otros eligen no tomar un medicamento porque leen el prospecto y les da miedo, y algunos eligen tomarlo porque ya lo probaron y les hizo bien». Además, «la gente elige automedicarse porque prefiere no ir al médico».
Para Ventura Simonovich, el mayor problema de la automedicación está en las interacciones. Es decir, cuando se consumen medicamentos de venta libre mientras se toman otros medicamentos que fueron indicados por un médico. «Las dDDinteracciones muchas veces hacen que los medicamentos que estaban indicados originariamente por un médico pierdan su eficacia». Da un ejemplo: «Si estoy tomando un medicamento para la presión y tengo que tomar un antiinflamatorio, estaría bueno consultar antes a un médico».
Laura Raccagni, coordinadora del Observatorio de Salud, Medicamentos y Sociedad de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), advierte que ningún medicamento es inocuo. «Que sea de venta libre no quiere decir que sea de consumo liberado. Es importante que la gente empiece a concientizarse».
«Los medicamentos de venta libre más vendidos son los analgésicos y antiinflamatorios: paracetamol, ibuprofeno, y diclofenac. El paracetamol es el único que tiene menos efectos gastrointestinales. Todos los demás tienen efectos gastrointestinales; si la persona es hipertensa -como van a retener sodio y agua- le van a aumentar la presión; y tienen efectos en el riñón», precisa a farmaceútica.
El mayor problema: los antibióticos. Porque su uso va creando cepas de bacterias cada vez más resistentes. Las llamadas «superbacterias», cada vez más peligrosas, en la misma infección intra hospitalaria.
Es cierto que los antibióticos son de «venta bajo receta archivada». Pero no se cumple. Es habitual que la gente vaya a cualquier farmacia y se los den. «No debería ni dispensarlo en la farmacia, ni demandarlo el paciente», subraya Raccagni. Los que más se prescriben en nuestro país son los de la familia de la amoxicilina.
La encuesta de la UADE arrojó que, si bien los antibióticos presentan una mayor tasa de receta médica (74%), «un cuarto de los argentinos los consume sin indicación de un profesional».
Para Ventura Simonovich, la automedicación con antibióticos es «un problema» en la Argentina y a nivel global. «Las personas van y compran antibióticos por su cuenta. Los toman para enfermedades que probablemente no sea necesario que tengan que tomarlos. Y eso puede provocar otro tipo de problemas», advierte el especialista.
«Muchas veces tienen síndrome gripal y compran el antibiótico. Dicen que lo toman un día y se terminó el síntoma. En realidad no lo necesitaban, pero lo tomaron. Y tomarlo solamente un día provoca más resistencia. Así, se va generando una cadena: después si tiene alguna infección en la piel tenemos que suponer que fue por una bacteria resistente porque estuvo tomando antibióticos cuando no los necesitaba».