Luego de cerrar el año pasado con una inflación del 47,6%, la más alta en 27 años, el Índice de Precios al Consumidor de enero marcó 2,9%, según informó ayer el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
Este nuevo salto inflacionario se da en medio de una recesión que abarca a la gran mayoría de las actividades productivos, de una caída del consumo y del empleo. No es el fantasma que preocupó a los países desarrollados, sobre todo en los ’70 del siglo pasado, la «estanflación», inflación con estancamiento. Es una inflación que persiste en medio de una Depresión.
Los analistas que todavía creen, o hacen que creen, en la virtud salvadora del «déficit 0», ahora culpan a la «inercia inflacionaria». El mismo día que se anuncian aumentos en los transportes, en el gas…
¿Alguien puede creer que esos aumentos no formarán parte de un nuevo impulso inflacionario? Aparentemente pueden, si se repiten muchas veces a sí mismos «La inflación es un fenómeno monetario». Aún Milton Friedman debe estar revolviéndose en su tumba.
La inflación sólo podrá moderarse con un acuerdo en el que participen trabajadores y empresarios, impulsado y supervisado por el Estado. Que detenga en 1° término la enloquecida timba financiera: Mientras haya tasas del 50% o más no podremos tener una inflación moderada, entre el 1% y el 5% anual, como existe en la mayoría de los países. Tampoco es compatible con un valor del dólar estable, más allá de unos pocos meses.
A. B. F.