Con el movimiento turístico en el país por las vacaciones y una alerta sanitaria activa por la transmisión del virus del dengue en tres provincias del norte, más la aparición de casos en otras cuatro, surge la pregunta: ¿qué estrategias son las más efectivas para evitar brotes que puedan causar una nueva epidemia?
Una revisión de una decena de medidas que se aplican en América Latina revela que solo seis demostraron dar resultado en reducir la población del mosquito Aedes aegypti, que también transmite los virus de la fiebre amarilla, el zika y la chikungunya. Otras no poseen respaldo científico.
«Las autoridades de la región suelen ejecutar más intervenciones reactivas a brotes o epidemias que acciones preventivas consistentes», dice el equipo del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS-Conicet), la Universidad del Valle (Colombia) y el Hospital Garrahan que analizó 59 de estudios publicados entre 2000 y 2016.
La Secretaría de Salud de la Nación informa que, en lo que va de del año, 90 personas contrajeron la infección, que se transmite por la picadura del mosquito A. aegypti. La mayoría (71) son casos autóctonos (sin antecedentes de viaje), mientras que el resto (19) consultaron por síntomas como fiebre alta, malestar generalizado, erupción, dolor muscular o de cabeza (en especial, detrás de los ojos) al volver de Bolivia, Brasil, Colombia, República Dominicana o alguna de las cinco áreas con transmisión activa del virus en el país: Ingeniero Juárez (Formosa), Puerto Iguazú (Misiones), Santa Fe (Santa Fe), Orán y Tartagal (Salta).
El trabajo que lideró el IECS es un análisis de estudios publicados en 16 años sobre las 13 estrategias aplicadas en zonas urbanas y rurales de 14 países de la región. Lo combinaron con los resultados de entrevistas con 18 referentes en investigación y el control de las enfermedades transmitidas por mosquitos -fiebre amarilla, zika y chikungunya, además de dengue- «para identificar las barreras a la prevención y la atención adecuadas».
Como ya venían apuntado especialistas los principales obstáculos identificados son la falta de decisión política para un adecuado manejo ambiental (eliminación de basurales, automóviles abandonados, floreros con agua en los cementerios, entre otras medidas) y la incapacidad para lograr que la población cambie conductas que favorecen la existencia de criaderos para los mosquitos. También aparecen la desinformación y la pobreza.
LO QUE FUNCIONA:
. El manejo de los reservorios para eliminar elementos u objetos que acumulan agua.
. El uso de cortinas y tules tratados con insecticidas (rociados por lo menos cada seis meses).
. El uso de repelentes sobre el cuerpo y/o la ropa.
. La instalación de trampas para huevos o larvas del mosquito.
. La vigilancia epidemiológica para monitorear oficialmente el número de casos sospechosos y confirmados, los serotipos virales circulantes y las muertes en la población.
SIN EVIDENCIA:
En cambio, los autores aclaran que no hay evidencia de que usar espirales o la fumigación masiva tenga algún beneficio. «Los agentes de control químico no están asociados con una reducción sostenible de las poblaciones de mosquitos y hasta pueden crear una falsa sensación de seguridad, ya que dejan en un segundo plano intervenciones probadamente efectivas (como las educativas) para eliminar criaderos demosquitos», explicó uno de los coautores, Agustín Ciapponi, director del Centro Cochrane Argentina-IECS y coordinador del diálogo sobre políticas.
El resto de las herramientas evaluadas son el control biológico del mosquito a través de seres vivos, como peces o insectos; la inspección de los hogares; la fumigación masiva de ambientes; los espirales; la capacitación de equipos de salud; la coordinación intersectorial, y la influencia externa en las decisiones de políticas sanitarias.
Ariel Bardach, coodinador del Centro de Investigaciones en Epidemiología y Salud Pública de esa institución, aclaró: «Hay evidencia científica sólida sobre la efectividad de unas pocas intervenciones. Esto no significa que otras no puedan ser efectivas, sino que no hay evidencia que las respalde. Como las seis intervenciones mencionadas muchas veces se llevan a cabo simultáneamente, no se puede aislar la efectividad de cada una para saber cuál es la mejor. Lo que sí se puede afirmar es que las seis, implementadas en simultáneo eliminan el mosquito A. aegypti«.