Ayer 1° de marzo el presidente Macri dio su discurso de apertura de sesiones 2019. Van a encontrar en los medios y en las redes sociales todas las reacciones. La mayoría muy negativas, algunas ingeniosas. Me interesa apuntar a la de los mercados financieros, porque es un sector importante, y, sobre todo, es al que su gobierno decidió apostar su suerte y la del país. Fue una de las negativas: subió el riesgo país, subió el precio del dólar, bajaron los títulos y acciones.
Dos aclaraciones antes de seguir: todos los discursos del 1° de marzo, de todos los presidentes, son declaraciones políticas, de autocelebración. Nadie puede esperar, con realismo, encontrar una autocrítica de errores ni una reflexión sobre la política económica futura. El de ayer, el último del mandato de Macri fue un discurso de campaña, en busca de su reelección. Y la reacción de los mercados fue a eso.
La otra aclaración también es obvia: «mercados» es una forma, periodística, de llamar a un colectivo humano muy numeroso: inversores, especuladores, y, los más influyentes, por lejos, gerentes de los fondos de inversión, que reúnen capitales de ambas clases. Este colectivo toma decisiones todos los días, con un mecanismo muy simple: un dólar, o euro, o yen, o yuan, un voto.
Por eso, la decisión de cada día está influida por muchos factores de coyuntura, incluso externos al país. Ayer, por ejemplo, en los mercados de la región hubo malas señales, aunque en ninguno tan mala como en Argentina.
Mi planteo, entonces, puede ser cuestionado: los números de este 1° de marzo pueden mejorar en la próxima semana, o el próximo mes. Sostengo que no es así: que inversores, especuladores y las grandes empresas en general -con la excepción parcial de aquellas a las que el gobierno otorga nichos muy favorables y generosos subsidios- le han «bajado el pulgar» a este gobierno, y no pondrán una divisa en el país, salvo a plazos muy cortos y con tasas muy altas. Los próximos meses dirán si estoy equivocado. O no.
Las razones que, a mi juicio, causan y causarán esa decisión de los «mercados» también son evidentes: Macri anunció que va a seguir con las mismas políticas que hasta ahora. No podía anunciar otra cosa, a esta altura de su mandato. Seguirá entonces con la dolarización de las tarifas, y con las tasas altísimas que contienen, mal, el salto inflacionario que licuaría esos aumentos. Y que mantienen ahogadas a las actividades productivas, que no encuentran un financiamiento que no las ahorque.
El consumo interno y el empleo han caído, como una consecuencia. Pero la economía argentina es muy compleja y diversa. Ni siquiera una recesión como la actual eliminó la inflación –“más obstinada que lo esperado”, dice el FMI. Inflación de la que, por supuesto, esos aumentos de tarifas forman parte. El Central tratará de contener el precio del dólar -la corrida salvaje del año anterior dejó una marca dolorosa, aludida hasta en este discurso de Macri- pero al continuar los aumentos de los otros precios, más temprano que tarde quedará «atrasado». Como sigue es conocido.
En las políticas sociales, la misma historia. Se anuncia que se van a adelantar a este mes los aumentos previstos del año de la emblemática Asignación Universal por Hijo. Es un año electoral, el mismo FMI insiste que todos los acuerdos que autoriza incluyan coberturas para los sectores más vulnerables… Pero esta medida, aunque no fuera mezquina como lo es, sólo sirve para mantener a un sector de la población fuera del sistema productivo, del trabajo registrado y amparado por las leyes.
Resumo: lo que Macri ha dicho, en su discurso y en los hechos anteriores, es que sólo tiene para ofrecer más de lo mismo. Una parte mayoritaria de los «mercados» y de las grandes empresas, nacionales y transnacionales, compartían en principio las políticas económicas que proclamó y proclama su gobierno: apertura comercial y libre circulación de capitales, por ejemplo. Seguramente, unos cuantos lo siguen haciendo. Pero los resultados en la realidad…
La política argentina es aún más compleja que su economía. Y no es el tema de AgendAR. De todos modos, me parece inevitable que los sectores financieros y grandes empresarios -el apoyo clave que tuvo esta gestión, tanto aquí como en el exterior- deben estar pensando en las alternativas a Macri.
A. B. F.