Preguntas después de Neuquén

Cuando ayer informamos en AgendAR sobre la elección neuquina que en esas horas comenzaba dijimos «aunque cada provincia argentina es una realidad distinta, hay elementos que pueden echar luz sobre la forma que tomará la competencia nacional». Vale la pena reflexionar sobre ellos, en un año donde se deciden las políticas de los próximos cuatro.

¿Cuáles serían esos elementos? Allí se impuso un partido provincial sólido, con larga trayectoria, el MPN, y también compitieron las dos coaliciones que hoy aparecen como las opciones nacionales.

El candidato peronista, Ramón Rioseco, contó con el apoyo explícito de Cristina Fernández de Kirchner. Pero además logró sumar detrás suyo a todas las fracciones del peronismo provincial. Alternativa Federal, el embrionario proyecto que intenta plantearse como, justamente, alternativa a Cristina y a Macri, no logró tener presencia, aunque fuera mínima, en esta elección. Sin embargo, Rioseco no logró superar un 26% de los votos (Un porcentaje no muy diferente de los que logró el peronismo en elecciones anteriores).

Parecería que el límite al crecimiento de esta coalición opositora es la presencia de un partido provincial con un aparato sólido. Vale la pena recordar que el Movimiento Popular Neuquino se formó con los dirigentes políticos y sindicales del peronismo proscripto en 1955. Conducido por décadas por la familia Sapag, fue uno de los primeros y el más exitoso de los neoperonismos provinciales.

En cualquier caso, para el peronismo no hay, obvio, una estrategia mejor que la de tratar de sumar a toda la oposición que acepte la unidad. Es el oficialismo nacional, que con su candidato obtuvo un 15% y se vio reducido a celebrar que el peronismo no había ganado, la fuerza que -entendemos- enfrenta un dilema que hace a su propia identidad.

Se puede describir a Cambiemos como la coalición que se forma en 2015 para derrotar al peronismo. Y lo consigue. Sus elementos básicos son el aparato nacional del radicalismo -y otras fuerzas menores, como la encabezada por Elisa Carrió- más el liderazgo de Mauricio Macri con su nuevo partido, hasta entonces circunscripto a la Capital Federal, el PRO.

Fue exitosa, sin duda. Pero también es evidente que el liderazgo de Macri funciona hoy como un factor negativo: resta votos. Todos los gobernadores radicales han separado las elecciones en sus provincias de la nacional. Su único elemento aglutinante -además de la «lapicera» del Presupuesto Nacional- es la existencia de la oposición peronista. Impedir su regreso al gobierno es lo que hoy ofrece a su electorado.

¿Alcanza con el NO al Otro para ganar? La experiencia, entre nosotros y en otros países, indica que es una apuesta riesgosa. Pero no tienen otro candidato que Macri. El PRO… es Macri y sus colaboradores. El radicalismo no puede presentar candidatos presidenciales propios, en serio, después de las desafortunadas experiencias de 2003 y 2011. En realidad, no parece que Cambiemos pueda encontrar una alternativa al camino actual, sin romperse.

A. B. F.