Infertilidad: disminuye cantidad y calidad de los espermatozoides

En las últimas décadas, las consultas por problemas de fertilidad son cada vez más temprano y se multiplican tratamientos de fertilidad asistida, como el ICSI (inyección intracitoplasmática de espermatozoides). Así lo sugieren una serie de estudios recientes. Los médicos ignoran la causa, pero sospechan de factores tales como los tóxicos ambientales, el estrés y la mala alimentación.

Aunque la pérdida de capacidad reproductiva no es tan abrupta como en la mujer, esto se registra en amplios rangos de edad. Las razones intrigan y preocupan a los médicos.

La última investigación que grafica esa tendencia fue presentada y premiada en el congreso anual de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva (ARM), que se celebró en Denver en octubre pasado. Investigadores de IVI analizaron 119.982 muestras de semen de hombres que consultaron por problemas de fertilidad en dos clínicas de Estados Unidos y España. Y comprobaron que la proporción de pacientes con una cantidad normal de espermatozoides móviles, considerada el parámetro más importante para valorar la probabilidad de fecundar, disminuyó seis puntos porcentuales entre los períodos 2002-2005 y 2014-2017.

En paralelo, aquellos con riesgo de requerir un tratamiento de fertilización asistida aumentaron del 12,4% al 21,3%. Esto representa un crecimiento llamativo del 9% en poco más de una década.

«Es un estudio muy contundente por la cantidad de muestras analizadas», dice Fernando Neuspiller, director general de IVI Buenos Aires. Otro trabajo presentado en el mismo congreso verificó una reducción de la cantidad, concentración y calidad (movilidad) de los espermatozoides entre los donantes de semen de cinco de seis ciudades de los Estados Unidos a lo largo de 11 años.

¿Está ocurriendo lo mismo en la Argentina? «No me cabe la menor duda», sentencia Neuspiller. De hecho, según las estadísticas de su institución, la edad promedio de los pacientes masculinos que consultan por primera vez es cada vez más baja: 47 años en 2008, 43 en 2013 y 39 en 2018, lo cual podría explicarse parcialmente por la aparición más precoz de alteraciones del semen.

La curva de Gauss que describe la distribución en la población de la concentración de espermatozoides también se desplazó a la izquierda. «Hace 30 años, el valor normal era de 40 millones por mililitro. En la última clasificación de la Organización Mundial de la Salud , ya se considera que ese valor es 15 millones por mililitro», añade.

El especialista en reproducción Sergio Pasqualini, fundador y director médico de Halitus, cita un estudio internacional de 2017 publicado en Human Reproduction Update, que revisó 182 estudios entre 1973 y 2011 en hombres con y sin preocupaciones respecto de su fertilidad. Los investigadores constataron en ese lapso una reducción del 50 al 60% en la concentración y el recuento total de espermatozoides, en particular entre los habitantes de América del Norte, Europa, Australia y Nueva Zelanda. «Si la tendencia sigue, no sé cómo puede ser el futuro», alerta Pasqualini.

Para los médicos, las razones que explican este declive a lo largo del tiempo en la calidad del semen pueden ser variadas. Sospechan de la mayor exposición a contaminantes ambientales, como los pesticidas o «disruptores endócrinos» presentes en algunos envases plásticos.

“Estamos expuestos a un medio ambiente más hostil que el del pasado», plantea Pasqualini, que lo relaciona con posibles anomalías genéticas o epigenéticas. Pero el sedentarismo, el estrés y la mala alimentación también pueden jugar un rol en el fenómeno. «Se necesita analizar con más detalle las causas de este hecho y las medidas a tomar», dice el andrólogo Nicolás Garrido, coautor del nuevo estudio y director de la Fundación IVI en Valencia, España.

El hallazgo tiene varias implicancias. Por un lado, desde el punto de vista de la salud pública , podría ser «el canario en la mina de carbón» que alerta sobre otros deterioros generales en la salud masculina: los recuentos de espermatozoides pobres se asocian con una mayor morbilidad y mortalidad por distintas causas, según estudios recientes.

Por otra parte, contribuye a explicar el incremento en la necesidad de tratamientos más complejos de reproducción asistida, como el ICSI o inyección de un solo espermatozoide dentro de un óvulo maduro. Y sugiere también que los hombres deberían prestar más atención a planificar la edad a la que pretenden ser padres.

Aunque en el hombre es más fácil documentarlo, Pasqualini sospecha que los mismos factores que están afectando los testículos y la calidad del semen también actúan negativamente sobre la capacidad reproductiva de la mujer. «Hace 15 años, por ejemplo, las donantes de óvulos jóvenes respondían mejor a la estimulación ovárica que ahora», destaca.

Eso también tiene un impacto sobre la tasa de éxito de la fertilización asistida en función de la edad femenina. Lo indica con cifras bien contundentes un flamante estudio del instituto IFER, en Buenos Aires, que calculó que dar a luz un niño con esas técnicas cuesta seis veces más después de los 40 que a los 35.

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