La comedia en que se transformó la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea se alarga demasiado. Pero en AgendAR pensamos que es demasiado pronto para hacer un análisis geopolítico del tema y de sus consecuencias para nosotros. Porque tenemos dudas que sea una separación final. Las realidades económicas y de poder son las que son, y en el mundo del siglo XXI, ni Inglaterra ni los otros países europeos pesan mucho por sí solos.
Es cierto, sin embargo, que el Brexit revela problemas profundos. Falta de liderazgo y de coherencia en la política británica, y también una incomodidad con la burocracia de Bruselas y la «Europa de los banqueros». Asimismo, hay una brecha generacional. Elegimos la foto de arriba porque los «Brexitiers» son en su mayoría mayores; los jóvenes, la mayor parte de ellos, prefieren seguir siendo europeos.
Ahora, el asunto tiene también un costado muy práctico. Una fundación alemana -que evidentemente está en contra de la ruptura- ha hecho un cálculo de lo que puede costar un Brexit sin acuerdo (y el Parlamento británico rechazó todos los acuerdos posibles). Es uno de los factores que nos hace dudar. Como dice uno de nuestros editores «El que viva lo verá».
«La política lleva ritmos distintos a los de la economía. Mientras Londres vive días caóticos buscando una puerta por la que salir de la Unión Europea sin saltar por la ventana para no romperse las rodillas y Bruselas repite que prefiere un Brexit acordado que un salto al vacío pero que está preparada para cualquier eventualidad, ya se toman decisiones económicas que pueden afectar gravemente al Reino Unido y golpear también a la UE.
Un estudio de la Fundación Bertelsmann asegura que un ‘Brexit’ sin acuerdos, el escenario más probable ahora mismo según la Comisión Europea, costaría a los ciudadanos británicos unos 57.000 millones de euros al año en pérdidas de ingresos. Para los europeos la factura sería menor (40.000 millones) y además sería a repartir entre 27 países, aunque los más perjudicados serían los alemanes, franceses, belgas y holandeses.
Los costos del Brexit sin acuerdos, según Bertelsmann, se deberían principalmente al aumento de precio de bienes y servicios debido a la imposición de aranceles que activaría la salida y que ahora no existen. Además, dice el informe, “la salida británica significa menos competencia en bienes y servicios, lo que llevará a más aumentos de precios y a menores crecimientos de los ingresos”.
Los alemanes serían los europeos que más perderían con un Brexit a lo bruto, unos 10.000 millones de euros al año. Ese dato se explica porque la alemana es una economía muy enfocada a la exportación que envió al Reino Unido en 2017 bienes por valor de 85.000 millones de euros.
Ese daño económico sería menor si la salida se hiciera de forma acordada al permitir un período de transición hasta diciembre de 2020 en el que nada cambiaría. Ese tiempo se aprovecharía para negociar un futuro acuerdo comercial que evitara la imposición de cuotas y aranceles. Según el informe, un Brexit acordado provocaría unas pérdidas para el Reino Unido de 32.000 millones de euros.
El daño para la economía británica ya llegó aún sin saber si saldrá del bloque con o sin acuerdos. Según el supervisor del Banco Central Europeo Ignazio Angeloni, 7 grandes bancos británicos ya movieron 1,2 billones de euros de activos desde cuentas en el Reino Unido hasta cuentas en países de la Eurozona.
Angeloni dijo a la agencia Bloomberg que el BCE “espera que esas siete significativas instituciones se pongan bajo la supervisión del BCE, que ya controla a tres. Vendrán también otras 17 instituciones financieras de menor tamaño”. Espera también que los grandes bancos de inversión, claves para la City londinense, abandonen la supervisión del Banco de Inglaterra para ponerse bajo el paraguas del BCE.
Las pérdidas que pueden sufrir los países europeos ya las están compensando en parte. Grandes empresas y entidades financieras movieron o planean mover oficinas y personas a ciudades del continente. Las finanzas buscan refugio principalmente en Dublín, Amsterdam, Bruselas, Frankfurt y París, que además se llevó ya la sede de la Autoridad Bancaria Europea, hasta ahora en Londres.
Holanda es uno de los grandes beneficiados. Amsterdam está recibiendo a cientos de empresas – y a miles de sus empleados- que buscan cobijo en Europa tras el Brexit. Sólo en 2018 la ciudad holandesa consiguió que se establecieran en su territorio 153 grandes empresas internacionales y crearan 7.200 empleos.
Su centro financiero, que hasta ahora no contaba entre los grandes de Europa, va creciendo rápidamente: más de 150 empresas de ese sector han pedido una licencia bancaria para operar en Holanda y otras 250 están en trámites. Cada una mueve a decenas o cientos de empleados. Entre esas empresas está la filial de servicios financieros del grupo Bloomberg, entre otros grandes nombres».