El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, destituyó al ministro de Educación, Ricardo Vélez Rodríguez. La decisión fue anunciada por el propio Bolsonaro a través de Twitter, donde, sin referirse al despido del ministro, anunció el nombre de su reemplazo. «Comunico a todos la nominación del Profesor Abraham Weintraub al cargo de Ministro de Educación«.
Hace cuatro meses, al tomar posesión de su cargo, Vélez Rodríguez prometió combatir la «ideología de género, con la destrucción de valores culturales, de la familia, de la Iglesia, de la propia educación y de la vida social”. El nuevo ministro, teólogo y filósofo, se perfilaba como una de las espadas de Bolsonaro en la Presidencia, pues también prometió acabar con «el marxismo cultural en instituciones de educación básica y superior”, una de las promesas de campaña del presidente.
Después de todo, también había elegido como canciller a Ernesto Araújo, que había publicado un texto que saludaba a Trump como alguien que representa “la recuperación del pasado simbólico, de la historia y de la cultura de las naciones occidentales». Estos ministros daban un tono intelectual a las pulsiones del nuevo mandatario.
Pero… Vélez, colombiano nacionalizado brasileño en 1997, hizo unas declaraciones en las que citaba al narcotraficante Pablo Escobar como ejemplo de conducta. “Pablo Escobar había reservado campos de fútbol para los jóvenes y una pequeña biblioteca. De esa forma, los jóvenes no consumían cocaína porque este producto estaba orientado a la exportación”, sostuvo el ministro en una intervención durante una audiencia pública en la Cámara de Diputados la semana pasada. Esto era para contrastar lo que hacen los narcotraficantes brasileños, reclutar estudiantes para vender drogas.
Esa clase de afirmaciones, don Vélez, las pueden hacer impunemente sólo ingleses excéntricos, preferentemente si son al menos Sir. Un funcionario público… Además, de un gobierno presidido por alguien que a 100 días de asumir tiene una imagen negativa récord, según una encuesta de Datafolha.
Ya lo dijo uno de los editores de AgendAR, también en Twitter «Un Trump es un lujo que se pueden permitir países ricos, nada más».