Un brote de sarampión en Nueva York llevó a la ciudad a declarar la emergencia sanitaria y a exigir a la población que se vacune o pague una multa de 1000 dólares. La crisis volvió a agitar el debate que, increíblemente, aún perdura respecto de la seguridad de las vacunas.
«Este brote se ha ido expandiendo, ya hay casi 300 casos», advirtió el acalde de la ciudad, Bill de Blasio, en una conferencia de prensa. «Es un gran salto. Solo tuvimos dos casos en 2017. Tenemos una situación muy grave entre manos. No podemos permitir que esta peligrosa enfermedad vuelva aquí en Nueva York. Tenemos que detenerla ahora».
La emergencia sanitaria alcanza a un barrio judío en Williamsburg, en Brooklyn, donde está radicada la comunidad judía ortodoxa de Nueva York, una de las más herméticas de la ciudad. La decisión sigue a un aumento en las infecciones por sarampión en la ciudad, donde se han confirmado ya 285 casos desde que comenzó el brote, en el último otoño boreal; 21 de esos casos dieron lugar a internaciones, incluidas cinco admisiones a terapia intensiva.
El brote convirtió a Nueva York en el nuevo epicentro del sarampión en Estados Unidos. Este año, en todo el país ha habido 465 casos de sarampión, con 78 casos nuevos solo en la última semana, según cifras del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, según sus siglas en inglés). Bajo la declaración de emergencia de De Blasio, las personas que vivan en el barrio judío que no estén vacunadas «deberán recibir la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR, según sus siglas en inglés) para proteger a otros en la comunidad y ayudar a reducir el brote en curso». Funcionarios del Departamento de Salud e Higiene Mental de la ciudad verificarán los registros de vacunación de cualquier persona que pueda haber estado en contacto con pacientes infectados.
«No hay duda de que las vacunas son seguras, efectivas y que salvan vidas», dijo De Blasio en un comunicado. «Insto a todos, especialmente a aquellos en las áreas afectadas, a que obtengan sus vacunas MMR para proteger a sus niños, familias y comunidades».
Los brotes de sarampión se han convertido en un problema recurrente en Estados Unidos. En 2015, hubo un brote en Disneyland, el parque de diversiones en California, que afectó a más de 102 personas. Un año antes, hubo 644 casos de sarampión repartidos en 27 estados del país, en lo que fue la mayor epidemia desde que el gobierno federal declaró la enfermedad erradicada en el año 2000. Uno de los principales factores del regreso del sarampión es simple: ya sea por religión, temores infundados o creencias personales, mucha gente no se vacuna, y no permite tampoco que sus hijos se vacunen. De hecho, en Estados Unidos existe un movimiento en contra de las vacunas. Algunos, incluso, creen que provocan problemas mentales, una relación causal que ningún estudio científico ha establecido. El tema fue fogoneado incluso por el presidente, Donald Trump, uno de los que ha puesto en duda la seguridad de las vacunas.